miércoles, 28 de enero de 2015

21.097 metros

Después del verano de 2013 decidimos prepararnos para correr la media maratón de Marbella en 2014, todo un reto, ya que lo nuestro nunca fue correr largas distancias, todo lo que pudiera pasar de 10 Km parecía ya una auténtica barbaridad. Así que nos pusimos manos a la obra, yo con dieta de por medio y todo, y adelantamos nuestra primera experiencia a abril, cuando nos estrenamos en la distancia en la capital de nuestra provincia: Málaga. Fue una magnífica experiencia. En septiembre repetiríamos la distancia en Marbella, pasando más calor de la cuenta, pero también conseguimos terminarla en condiciones.

Y se me ocurrió la idea de inscribirnos en la media maratón de La Cartuja, en Sevilla, para correrla este pasado domingo 25 de enero. Después de una semana delicada en cuanto a dolores de todo tipo en las piernas, zapatillas nuevas por mi parte y haber cogido yo un par de kilos en las Navidades, nos levantamos de la cama Maite y yo a las cinco de la mañana. Había conseguido dormir cuatro horas, ya teníamos las cosas preparadas, por lo que salimos pasadas las cinco y media camino de Sevilla.

Hicimos la parada técnica necesaria para desayunar como tres horas antes de la carrera. Una buena rebanada de pan con aceite y tomate para Maite, otra para mí con mantequilla y mermelada, acompañadas de café con leche, y leche con cacao, respectivamente.

Llegamos al estadio de La Cartuja con tiempo más que suficiente para recoger los dorsales y hasta hacernos la correspondiente foto en la pista de atletismo.


Cuando llegamos a Sevilla, no llegaba el termómetro ni por asomo a los 10ºC, o sea, que calor no íbamos a pasar. El sol estaba ya fuera y, saliendo de la sombra, se estaba agradable; las condiciones para la carrera se presentaban óptimas. Nos hicimos una foto por donde pasaríamos horas más tarde.


Nos quedamos con la ropa que llevaríamos para la carrera, cogimos un par de geles cada uno y vaciamos la vejiga llena de tanto hidratarnos. Ya estábamos a escasos minutos de salir corriendo. Llevaba planeada mi carrera; la idea era bajar mi mejor tiempo, que es bastante largo, porque mi constitución no es precisamente la de un corredor de larga distancia, pero me gusta ponerme a prueba.


Y se dio la salida. El tiempo que transcurrió desde que sonó el pistoletazo hasta que pasamos por debajo del arco, fue de dos minutos; en ese momento es cuando pongo en marcha mi crono para saber luego el tiempo real, en caso de que la organización no lo dé, aunque llevamos cada uno en el dorsal un chip que salta al pasar por la salida y en la llegada. Una vez que se abre un poco el terreno, aquello se convierte en una marabunta.


Maite corre mucho más rápido que yo en distancias largas, así que después de hacer juntos el primer km, le dije que tirara ya a su ritmo. A mí me dolían los cuádriceps, una rodilla, y las caderas no se me encajaron hasta el primer avituallamiento en el km 5. Además, con los nervios, tuve que apartarme para poder aliviar de nuevo la vejiga. A partir de ese momento, cogería ya la concentración y un ritmo estable; tenía que llegar al km 10 como mucho en 1 h y 5 minutos. Me llevé una grata sorpresa al comprobar que lo hacía 2 minutos antes. Me encontraba muy a gusto corriendo, entretenido con las vistas al río. En el 11 había otro avituallamiento líquido, sobre la marcha me tomaría el primer gel. Paró un hombre que iba justo delante mía, me dijo que tenía los dedos de los pies dormidos y le dije que yo también los llevaba así, pero que no se preocupara, que no pasaba nada, así que se puso paralelo a mí y ya hicimos la carrera juntos hasta el final.

Llegó el km 15 y había cumplido a rajatabla el tiempo de paso planificado; éso me dio una fuerza mental increíble. El último avituallamiento está en ese punto, así que me tomé el segundo gel, éste con cafeína. Cometí un error de deportista novato: solo beber un par de buches y tirar la botellita, cosa que luego pagaría.

Se llegó al Km 18 con un recorrido muy bonito por el parque Los Alamillos. Aquí estaban haciendo fotos. Maite iba pletórica, porque tenía muy buenas sensaciones y veía que podía bajar su mejor marca en mucho.


Yo empecé a sufrir las consecuencias de una falta de hidratación durante la carrera. Iba de pulsaciones muy bien, pero mis piernas empezaban ya a quejarse. Solo hay que ver mi cara en esta foto.


La campeona se acercaba ya al estadio, consciente de que iba a batir su récord personal.


La madre de mis hijos en la recta final.


Y pasaría por meta en 2 horas 5 minutos y 55 segundos. Su tiempo real tendría 2 minutos menos. Eso quiere decir que corrió por debajo de los 6 minutos cada km, lo que ya es correr. De ahí su alegría haciendo el signo de la victoria con los dedos.


Yo me había puesto como objetivo bajar de las 2 horas y 20 minutos. Me encontraba muy bien de pulsaciones e intenté ponerme por debajo de los 6 minutos el km en los 2 que me quedaban, pero no hubo suerte, se me subían los gemelos y tenía que bajar el ritmo de inmediato. Mi entrada en el estadio no fue la deseada, ya que de cabeza y de corazón iba perfecto, pero los calambres me estaban matando en este último km. Aún así, pasé por meta en 2h 22 minutos y 10 segundos, suponiendo en tiempo real 2 h 20 minutos; había bajado más de 3 minutos mi mejor marca. Daba como cumplido el objetivo inicial.


Después del gran esfuerzo llega la satisfacción de sentirse aún joven y sano como para poder terminar con tiempo de sobra algo tan exigente como una media maratón. La madre de mis hijos me había sacado la friolera de 17 minutos de diferencia, y para la próxima estoy seguro que será capaz de bajar de las 2 horas.


Nos cambiamos las camisetas por ropa seca y emprendimos el viaje de regreso a Marbella. Me sigue impresionando el paso por el puente del V Centenario.


Llegamos cerca de las seis de la tarde, habiéndonos metido más de 500 km en coche y una media maratón entre medias.


Y aquí os dejo lo que fue el recorrido por La Cartuja.


Nos haría mucha ilusión poder correr este año la de Córdoba, pero antes habrá que cumplir y hacer la de nuestra ciudad: Marbella.


sábado, 24 de enero de 2015

Cuando el sol se va

He tenido la suerte de poder vivir la situación en la que después de marcharse el sol, solo queda observar el cielo en mitad de un mar compartido por las nubes.


A veces siento que las olas son amores acercándose sutilmente, insinuando una húmeda caricia.


Las palmeras simulan nuestra unión, una sobre otra, queriendo tocarse.


Y el mar se convierte en un piano de teclas de colores, acompañando el ritmo de nuestras caderas, meciéndose en medio de un fogoso amor, con el deseo de un fin entre relámpagos de placer.


Mi amor tiene caminos infinitos ...

miércoles, 14 de enero de 2015

Cielos y mar

Un paseo con el mar como colindante, mientras unos salen a faenar.


Otros llegan ya de vuelta, con las gaviotas como insistentes compañeras.


Y también los hay que se conforman con el mero balanceo sobre un mar de luces.


Van pasando los minutos y el cielo se va mostrando cada vez más caprichoso en sus formas.


Y llegó la noche, testigo de luces sobre ondas acuosas.


Oceana ...

jueves, 8 de enero de 2015

Paisajes de Enero

Una puesta de sol entre palmeras, sobre el mar.


Una luz sobre el espigón del puerto deportivo indica el camino a seguir.


Barco de regreso a puerto, después de una apacible tarde.


Un rato de pesca.


Gibraltar y la costa africana flotando sobre las nubes.


Muelle exterior de Puerto Banús, visitado por bicicletas.


Entre el mar y la tierra.


Visita de un antiguo velero.


Luz natural por luz artificial.


Estáis en mi corazón.