Creíamos que no iba a llover, que el maldito cambio climático nos la iba a jugar. Pero no, ha empezado a caer agua esta semana pasada, con ganas, con intención. En este pueblo nuestro nos ha vuelto a pillar con el paso cambiado; no hay forma de que estén limpias las alcantarillas para recoger el agua de las calles. Y no será porque no lo sabemos de un año para otro. Creo que con solo proceder a la limpieza de imbornales, rejillas y demás elementos de evacuación de aguas pluviales, se ganaba un montón, y hasta puede que alguna señora no se cayera al intentar cruzar de acera en la calle Colón, o la del Calvario, por no decir la Huerta de los Cristales o las Peñuelas, entre otras, debido al río que se forma.Mis amigos arquitectos saben lo que es realizar un sistema de canalizaciones para aguas pluviales, y ahora que se han estado arreglando algunas calles, entre las que ha estado la nombrada Colón, bien se podrían haber instalado algunas rejillas de acera a acera, que recogieran los torrentes que se producen; así se repartía la superficie de recogida y se disminuirían esos caudales torrenciales.
Os subo un par de fotos de la laguna del puerto, quiero decir ... éstoooo, de la calle donde se encuentran las casetas de los pescadores.

El hombre acercaba su barca a la orilla, con la esperanza de poder atrapar aquellos peces que se acercaban al rompiente de las olas durante esas horas que anteceden al amanecer. Echaba sus aparejos de pesca, esperaba pacientemente, entretenido entre sus pensamientos y las puntadas gruesas con las que reparaba la red de uno de sus útiles de pesca. El tiempo no hace falta adelantarlo, el momento es mágico, solo roto por los esporádicos mensajes vía radio que se envían unos pescadores a otros.
Manuel, el corredor que cada mañana pasa con su pequeña perrita esquivando las olas de la orilla, baja el ritmo para ver que viene el día, que asoma un sol aun soñoliento, perezoso, entre las aguas grises con tintes azules del mar. El día ya comienza, Pedro terminó su jornada e iza el ancla, volviendo a puerto, para amarrar la barca y vender los frutos que el mar ha querido brindarle en esta noche de trabajo. Esta noche volverá a salir de nuevo.

