La alameda se alegra de niños jugando y mayores de paseo, entre árboles deshojados y bancos de piedra vacíos esperando huéspedes en su descanso.
Hasta los patos quieren saludar y darse un festín de chuches con los críos que, impacientemente, arrojan lo que tienen a mano con tal de llamar la atención de los ánades.
El paseo se va haciendo largo y hay que probar los simpáticos bancos instalados en un nuevo Paseo de los ingleses, donde el antiguo albero ha sido sustituido por losas.
El paisaje invita a la fotografía, habiendo siempre un ávido captador de imágenes dispuesto a retener algo que llama su atención.
De vuelta, el tiempo se ralentiza ante una Ronda imposible de imaginar por alguien que no haya reparado en su arquitectura entrelazada con la roca y la tierra de sus campos. Este nuevo Paseo de los ingleses podrá albergar otra vez a jóvenes parejas de enamorados abrazados, abandonados a un tiempo muerto.
Born at the right time?
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