He sufrido varias pájaras en mi vida deportiva, pero lo de este sábado pasado superó a todas, porque las anteriores se resolvieron comiendo y bebiendo sobre la marcha, pero la última no mejoraba con nada.
La idea inicial de recorrido de entrenamiento para la subida al Veleta el primer domingo de julio era subir desde Málaga a Casabermeja, de ahí a Colmenar, Fuente de la Reina y dejarnos caer a Málaga. El día anterior estuve de feria con la familia, pero no bebí nada y llegué temprano a casa, el problema es que ya no me dormiría hasta las cuatro de la mañana y el despertador sonaba a las siete, así que me fui a Málaga con más sueño de lo normal y sin desayunar.
El punto de encuentro con Miguelange era el parking del pabellón de Ciudad Jardín. Allí me comí un plátano y empezamos el camino hacia el pantano del Agujero.
Tenía muchas ganas de entrenar, a pesar del sueño que manejaba, y pensaba que se me iría pasando con los kilómetros. En breve pasaríamos por un túnel ya en la carretera de Casabermeja.
Las piernas no iban, pero lo achacaba a que todavía estaba empezando a calentar motores. Al inicio la subida es tendida.
Los metros de altura se van acumulando, seguía estando muy cansado a pesar de ir bebiendo constantemente. Empezaba a sufrir más de lo habitual.
Tuve que hacer una parada técnica para recuperar el pulso, que no bajaba en ningún momento. Probablemente mi alergia estaba exigiendo una dilatación de mis bronquios, que no cogían todo el oxígeno necesario para el esfuerzo que estaba haciendo. Tomé un gel y a seguir subiendo. Algunas rampas se me hacían muy duras, no terminaba por arrancar.
La más mínima sombra era bienvenida.
En un momento se cambia de ladera y de paisaje, siendo magníficos todos ellos. A mi izquierda quedaba ahora el Torcal de Antequera, con Villanueva por delante.
Quedaba una subida hasta Patas Cortas, donde por fin se coronaba.
Después vendría una bajada hasta Casabermeja, donde pararíamos para ver si comiendo un plato en condiciones y un par de refrescos de cola, perdía el sueño que llevaba y cogía fuerzas de verdad. El estómago lo llené, pero seguía muy flojo, así que cogimos carretera para Colmenar a ver qué pasaba por el camino. Y lo que ocurrió fue que cuando llevábamos como un par de kilómetros o tres, le dije a Miguelange que tirara ya él solo, que le esperaría yo en el pueblo, porque no andaba ni en las cuestas abajo. Él siguió camino del pueblo para después subir a la Fuente de la Reina y dejarse caer hasta Málaga. Yo mientras tuve que tumbarme debajo de un olivo a que se me pasara un poco el calor. Estaba totalmente agotado y tenía mareos. Supongo que estaba sufriendo un golpe de calor, así que me dediqué a descansar un rato y a beber un bidón de agua. El termómetro de la bicicleta marcaba 47,7ºC por la carretera.
En cuanto se me pasó, cogí la bici de nuevo y anduve con ella hasta el pueblo. Ya allí me senté en un bar y me dediqué a hidratarme hasta que vino el compañero a por mí.
Estoy escribiendo esta crónica hoy lunes, dos días después, y aún el cuerpo no para de pedirme líquido. Esta semana tengo que recuperarme para la marcha nocturna de Montejaque, que serán 40 Km por la sierra, este sábado. Espero encontrarme totalmente recuperado para tan bonito evento.
Al final acumulé más de mil metros de desnivel en subida.
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