Empezando a bajar por Prado, donde la gente pasea, expone sus habilidades, o simplemente se sienta a ver pasar el tiempo.
Nada más dulce y conmovedor que una abuela tomando el sol con la calma que dan los años.
Y llegando al malecón, los incansables pescadores, por mar o tierra.
El Morro es testigo de todo lo que entra o sale por la bahía habanera.
El agua es reflejo de todas las vivencias.
El cielo en una isla pueda estar cambiando constantemente su escenografía.
La edad no importa para que el isleño fue un tabaco con la tranquilidad que da el saber que no hay nada mejor que hacer.
No verás más cerca el hierro flotar.
El otoño es verde en este lado.
Colorido en la ropa, alegría en el movimiento.
Piel canela, cuerpo de pantera, atenta a la tecnología.
Y para terminar el paseo, agua helada.
No quiero saber ...
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