La brújula la llevo con la aguja loca, no sé si por los campos magnéticos de tanta línea eléctrica, o por la carga de las neuronas, que me la juegan de vez en cuando. El caso es que andamos como las golondrinas, dando virajes de un lado para otro, esquivando objetos invisibles, que nadie logra ver, pero que los evitas.
Bueno, otro tren, a ver si atinamos de una vez; aunque esta cabeza no parará de jugármela, siempre ideando; yo creo que para disimular la pérdida de memoria que va teniendo.
Y el llorar no me hace daño, siempre y cuando tú no llores ...
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