Inicio del descenso, que sería bastante rápido.
En un visto y no visto, estábamos abajo, en la zona de los abrevaderos.
Aquí ya cada uno a su bola.
Hasta que llamé la atención y miraron Maite y Nuria, los demás, a lo suyo.
Coincidimos con otros montañeros que aprovechaban para llenar agua.
Un pequeño tramo de subida hacia un quejigo.
Un bonito momento, todos en fila india entre quejigos.
Nuria y María Isabel me brindaron esta bonita imagen en la montaña.
Llegamos a lo que fue la diversión del día: una formación rocosa a la que hubo que trepar y que estaba rodeadas de profundos espacios entre ellas.
Aquí Mariano, María Isabel, Nuria y Rafa.
También me retraté en medio de Rafa y Chacón.
Y me empeñé en saltar de unas rocas a otras, con varios intentos hasta que salió la foto deseada.
Ya iba refrescando un poco y aún quedaba la bajada por el bosque.
Y a correr bosque abajo, que se iba echando la noche encima.
Este paisaje mereció una pequeña parada para hacer la foto.
Íbamos saliendo del bosque.
Con los bastones, pareciera que iban de procesión.
El final no pudo ser más de película, con los caballos y potros sueltos por aquellos parajes cercanos ya al refugio de Los Quejigales.
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