Empezaba la cosa con ganas de juego y de pasarlo bien.
No hubo suerte en el sorteo, tocándole uno de los mejores jugadores en el primer partido, que perdió después de luchar como un jabato, todavía con los nervios a flor de piel.
Ganó el segundo partido, y en el tercero le tocó un contrincante que cada vez que fallaba se dolía de algo, recordándome a un amigo de la infancia, al que nunca le gustaba perder. Al final terminó por ganar el de los dolores, y el saludo entre ambos contrincantes fue más de puro compromiso que sincero. Cosa de niños.
Después estuvimos jugando un rato al frontón, disciplina que se le da mucho mejor que el tenis, donde necesita menos control y sí más fuerza.
A todos nos hace ilusión subirnos a lo más alto de un pódium, aunque solo sea para hacernos una foto.
Una nueva modalidad de tenis ese día, con raqueta y bolso.
Y llegó el momento final en el que los niños que participaron en el clinic recibieron su diploma. Samuel Reque, el hijo mayor de mis amigos Arturo Reque y Rosario Gallego, también recogió el suyo de manos del concejal de Deporte, Federico Vallés.
Y así fue cómo empleamos la mañana del primer sábado de este mes de abril.
Lo que tú y yo hablábamos ...
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