Camino de la iglesia observé que parte del interior quedaba al descubierto, solo era cuestión de imponer a la cámara las condiciones convenidas para sacar mi foto.
Sorteando la entrada, me atreví a pasar al interior y tomarme unos minutos para hacer una foto que pudiera dar idea de la dimensión y belleza del santo edificio.
Me gusta el espacio abierto de la plaza al Norte de la iglesia, con una fuente en medio, una muralla del castillo en el lado opuesto y naranjos, muchos naranjos que le dan un toque muy especial al lugar.
Debo ponerle una pega, que no logro entender a veces: eso de no usar agua potable en las fuentes. Ya sé que hay que ahorrar agua y tal, pero ¿y antes, cuando las fuentes del pueblo se usaban como el agua a usar en las casas? Es algo que me gusta en mis visitas a otros pueblos, lo de beber agua de sus fuentes.
Por la siguiente calle he pasado cientos de veces de niño, con mi madre, o solo a la vuelta del colegio o de hacer los recados y mandados de casa. Hoy suelo seguir usándola, pero admirando su belleza.
El tejado del Museo del Grabado es el sitio preferido de algunas parejas de enamorados.
Y no falta la guardiana del lugar.
Y entre foto y foto, llego a casa casi una hora después de dejar a mi amigo, en un trayecto de un cuarto de hora. Es lo que tengo: eso de abstraerme mucho en vida.
A walk in the clouds (Un paseo por las nubes)
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