Atrae como alimento incluso a mi perra, ayudándola a depurar su cuerpo; pastando agradecida.
Entre cañas verdes y mar, una persona se mueve por una húmeda orilla.
Al fondo, entre eucaliptos, se dibuja la costa tras el antiguo torreón de carga de mineral.
La silueta de Gibraltar se adivina tras una bruma marinera.
La torre de Río Real, resaltando del vecino verde.
Un campo de golf, todos los tonos del color, desde el más claro al más oscuro.
Incluso al final del oscuro túnel, el verde se divisa como una meta que ha de llegar.
Carros porteadores de bolsas llenas de divertidos palos.
Y al final, las bolas ansían entrar en el hoyo del recortado green.
Verde que te quiero verde (magnífica versión).
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