Madrugué mucho, monté la bici en el coche y cogí camino al punto de encuentro, en la venta Cotrina, pasado Málaga dirección Antequera, donde habíamos quedado a las nueve Miguelange y yo. Ver amanecer sobre la carretera es algo que da mucho ánimo para seguir con la vida.
Una vez llegué al punto de encuentro, montamos mi bici en el coche de mi amigo y nos fuimos para una venta que hay a la entrada de Villanueva del Rosario, donde poco después llegaría Juan desde Loja y nos prepararíamos para empezar a dar pedales lo antes posible, ya que en esos momentos hacía una temperatura de 8º C y yo iba más fresco de la cuenta, tanto que Miguelange me tuvo que prestar un chaleco para protegerme algo más del frío y del viento en las bajadas.
El inicio de la etapa siempre es algo más relajado, poniéndonos más o menos al día, ya que vivimos los tres en lugares distintos.
Pronto empezarían los primeros repechos, suaves, de ésos en los que no quito el plato grade.
Por el camino hay una cantera y antes de ésta hay que subir un tramo que iría calentando un poco mis ateridas piernas.
Por la zona de Archidona cogimos una carretera muy tranquila en la que en uno de sus tramos veíamos al fondo la Peña de Los Enamorados.
Pasábamos sin mayores incidentes por Archidona, por una calle adoquinada que nos obligaba a prestar algo más de atención, llegando en breve a la estación de ferrocarril, todavía con ganas de guasa.
Ya estábamos en la carretera camino de Villanueva de Algaidas, con un primer tramo en cuesta más que interesante, donde no se baja del 6 por ciento, con la vista puesta en el último aerogenerador, donde se terminaría el pequeño puerto.
Pasaríamos en un visto y no visto por el pueblo, ya que después del ascenso mencionado, todo era bajada con bastante pendiente. Llegaríamos a un cruce de caminos, donde tomaríamos camino de Villanueva de Tapia.
Empezaba yo con ganas el camino, con 10 km por delante, entre olivares, sin saber todavía que los siete primeros eran de subida, con escasos descansillos para aflojar algo la tensión en las piernas.
Lo que cuesta subir y lo rápido que pasan las bajadas. Pasado el pueblo tomaríamos camino otra vez de Villanueva del Trabuco, todavía con alguna subidita de por medio.
Pronto cogeríamos una vía de servicio, por lo que pude comprobar, muy poco o nada transitada por coches.
Los paisajes seguían siendo típicos del interior.
Atravesando de nuevo la autovía por debajo, cogeríamos otro camino por el que iríamos bajando a Villanueva del Trabuco, con vistas al campo y a la sierra.
Ya iba quedando menos para volver al lugar de inicio, y el personal se iba animando, como cualquier final de etapa.
Miguelange me iba diciendo que ya casi estábamos, así que ya metimos plato, bajamos coronas y a terminar fuerte.
Lo primero que hice al llegar al coche fue ponerme encima un pantalón largo, a ver si se me quitaba el frío de las rodillas. Y en poco estábamos ya dispuestos a reponer fuerzas.
Nos dimos un homenaje de los buenos, donde no faltaron la porra antequerana, los callos, jabalí, ciervo y migas, bien regado con cerveza, ya que en cuatro horas de pedaleo sólo habíamos consumido poco más de un bidón de líquidos y algunas barritas energéticas.
No salió un mal perfil de etapa, aunque me queda mucho por entrenar las subidas y estoy a poco más de dos meses del primer reto fuerte del año al que ya se ha encargado Miguelange de inscribirme: Ruta de los Nazaríes, por la zona de Granada, con buenos puertos de tramos con pendientes más que respetables. Os dejo el perfil del recorrido que realizamos ese frío día de domingo.
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