Solo llegar, estas dos personas estaban tomando algo mirando a Levante, por donde ya estaba saliendo la luna, pero la luz del día aún se resistía a ser vencida.
Solo girarme y me regalan una de las más bonitas puestas de sol de este invierno.
Giro de noventa grados, al sur, y alguien intenta aprovechar la hora de comer de los peces para ver si alguno también quiere servirle de cena a él.
Y ya puestos, por qué no acercarme a la orilla, donde las olas se mecen a su antojo, sobrepasando las pequeñas rocas que se atreven a cruzarse en su camino.
Ya de vuelta a casa, me senté un momento en un banco y me encontré con otra imagen de ésas que quieres retener a toda costa con la cámara.
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