La casualidad hizo que le viera cuando yo iba a recoger la mochila que había dejado por la noche durante mi transición en el cuartel. Su aspecto era radiante, nadie diría que llevaba andando desde las once de la mañana del día anterior. Le llamé y le hice esta foto.
Nos fundimos en un abrazo y me pidió que le hiciera una foto con el compañero con el que había hecho la última parte del camino.
De ahí al sellado de pasaporte es un paseo triunfal para todos los participantes que terminan. Yo lo viví de noche, ya pasada la una de la madrugada y con la gente todavía en las calles aplaudiendo.
Pisar la meta en tiempo, es ya lo máximo.
La escandalera que se pudo montar allí, no os la podéis ni imaginar, aunque viendo la imagen sí que se puede hacer uno una idea.
Y llegaron las fotos. Esta foto la hizo el amigo Rafa, y en ella estamos, de izquierda a derecha: Órfilo, Antonio, Andrés, Mariano, José María y Bibi.
Y cómo no, los karatekas del Zen también quisimos guardar ese momento, aunando la disciplina del karate con la resistencia de una prueba de ultrafondo. Hicimos pleno esta vez: cuatro finalistas de cuatro participantes.
Esto resultó ser una lucha de gigantes.
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