17:41 horas del viernes. Conseguí montar la bicicleta en el coche sin desmontar la rueda delantera, estaba tenso y tenía ganas de llegar ya a Ronda. Raúl me esperaba en la BP de San Pedro Alcántara para subir juntos, ya que nos íbamos a alojar en un piso de su tío.
Llegamos a Ronda, Raúl fue en busca de las llaves; mientras, aparqué donde buenamente pude. El espejo retrovisor del lado del conductor lo llevaba fijo, porque lo habían arrancado días antes y en el taller me habían hecho un apaño, pero no se podía plegar. En éso que veo, estando yo a unos metros de distancia, que viene un camión, el hombre se baja con toda la buena intención del mundo para plegar el espejo y, se queda colgando; al dirigirme yo corriendo al coche me contesta que él sólo ha intentado plegarlo y se ha caído. Obvio, qué le voy a decir, encima que lo había hecho para evitar éso, romperlo. En fin, que empezamos mal. Fuimos a la fuente de los ocho caños, donde nos tenían que llevar las llaves, ya que el que tenía que dárselas, las había olvidado. Llegaron las llaves y no eran las de esa cerradura. Ya empecé a ponerme nervioso. En el mismo pasillo comienzo a organizar la mochila que tenía que llevarles a la organización para hacer la transición del duathlón. En ésas llegaron las llaves buenas, y también Luis, el otro compañero que se iba a quedar en el piso. Entramos las bicis y el equipaje y nos dirigimos de inmediato a la alameda. Dejé la mochila en el camión asignado, y nos fuimos a dar una vuelta. Había una oferta estupenda de Maxim, en la que por dos euros te daban un bidón de 750 cc lleno de bebida energética, así que Luis compró tres, uno para cada uno.
Después de todos los contratiempos, ya me encontraba relajado.
La alameda tenía un ambientazo increíble, mezclados militares y civiles, en lo que verdaderamente parecía una feria.
No pude evitar asomarme a un balcón y hacer un par de fotos de estos paisajes que tanto me gustan y que tengo grabados desde niño.
22.07 horas. Tocaba acercarse a los comedores de campaña que habían establecido en la misma alameda, para tomar lo que llaman la "cena de la pasta". Vean ustedes mismos en qué consiste.
22.43 horas. De camino al piso, había que tomarse algo, cómo no. Yo opté por un par de cañas, que van magníficas. El ambiente en Ronda era increíble.
23:33 horas. Tocaba irse ya a la cama, que aún había que preparar ropa, colocar dorsales en bici y ropa y echar un último vistazo a las bicis, que la rueda delantera de la de Raúl se frenaba por el roce con las pastillas de freno y había que ajustarla en condiciones.
La iglesia de Padre Jesús presenta un aspecto que invita a la reflexión y el descanso.
8:07 horas del sábado. Antes de las 7 de la mañana ya estaba despierto, nervioso, esperando a que los compañeros se levantaran para irnos a desayunar. El cielo presentaba muy buena pinta, con las nubes mezcladas con un azul claro que anunciaba buen tiempo.
Desde luego que el lugar no podía ser más propicio para pensar en cosas buenas.
Comenzaban los rayos de sol a pegar, y empezamos a temer al calor de la sierra.
A esas horas, después de la noche multitudinaria, las calles aparecían completamente vacías.
En la cafetería que encontramos abierta, no había ni un alma. Tomé un vaso de leche con Cola Cao y un bollo tostado con jamón y queso, para coger energías y empezar fuerte.
En menos de una hora estaría ya camino del estadio dando pedales, pero éso lo contaré en la próxima entrada, junto con los detalles de mi prueba, de principio a fin.
Ya sé que la he puesto, que Javier, mi hijo, me lleva el control de las canciones, pero es que esta versión, en directo, no la he subido, y me gusta tanto la canción.
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