miércoles, 29 de mayo de 2013

Historia de la llegada de un marchador cientounero

Esta entrada va dedicada a Mariano, amigo y compañero de entrenamiento de marcha. Trata sobre los últimos minutos de su participación en la última edición de los 101 Km de La Legión de Ronda. Son los momentos de gloria que vivió desde nuestro encuentro a su paso por la plaza de toros hasta cruzar la meta y encontrarse con el grupo de amigos que allí le esperaban.

La casualidad hizo que le viera cuando yo iba a recoger la mochila que había dejado por la noche durante mi transición en el cuartel. Su aspecto era radiante, nadie diría que llevaba andando desde las once de la mañana del día anterior. Le  llamé y le hice esta foto.


Nos fundimos en un abrazo y me pidió que le hiciera una foto con el compañero con el que había hecho la última parte del camino.


De ahí al sellado de pasaporte es un paseo triunfal para todos los participantes que terminan. Yo lo viví de noche, ya pasada la una de la madrugada y con la gente todavía en las calles aplaudiendo.


Pisar la meta en tiempo, es ya lo máximo.


La escandalera que se pudo montar allí, no os la podéis ni imaginar, aunque viendo la imagen sí que se puede hacer uno una idea.


Y llegaron las fotos. Esta foto la hizo el amigo Rafa, y en ella estamos, de izquierda a derecha: Órfilo, Antonio, Andrés, Mariano, José María y Bibi.


Y cómo no, los karatekas del Zen también quisimos guardar ese momento, aunando la disciplina del karate con la resistencia de una prueba de ultrafondo. Hicimos pleno esta vez: cuatro finalistas de cuatro participantes.


Esto resultó ser una lucha de gigantes.


lunes, 27 de mayo de 2013

Ronda-Tajo del Abanico-Pilar de Cartajima-Ronda


Magnífica ruta circular que ya hice en el mes de marzo con toda Ronda nevada, y que esta vez la he realizado con toda la primavera en sus campos.

El sábado sonaba el despertador a las seis y media de la mañana, para tener el tiempo de asearme, vestirme e ir en busca de los amigos Rafa y Alicia. El primero me esperaba debajo de casa, y ella en una parada de autobús por el centro. Pasadas las ocho ya estábamos en La Parrilla, a la entrada de Ronda, desayunando en condiciones.


Habíamos quedado con los amigos de Benaoján en la plaza de San Francisco a las nueve menos cuarto.


Como todavía no habían llegado, aún tuve tiempo de hacer un par de fotos en las murallas.

Son muchos los años que han pasado desde la primera vez que bebí de este chorro.


Llegaron ya todos, en total nos juntamos once amigos de la montaña, y nos dispusimos camino del Tajo del Abanico, saliendo para ello por el SO de la plaza.


Después de pasar el restaurante El Predicatorio, se llega a un cruce que pone Ermita rupestre Virgen de la Cabeza, hay que cogerlo y después coger el camino hacia la izquierda.


Pronto se dejará el cemento para comenzar a pisar tierra.


La vegetación hay veces que te absorbe.


El cartel que se encuentra en la verja que cierra el paso, es claro. Hay que abrirla para después dejarla exactamente igual.


El camino está escoltado por las flores silvestres.


Hay que seguir hasta un espacio abierto.


Y con el gran tajo a la espalda, algunos nos hacemos la correspondiente foto de recuerdo.


Toca bajada hasta el desfiladero por un paso estrecho.


Una de las cosas que más llama la atención es la enorme cueva que hay al llegar abajo.


Todos entramos y, cómo no, hicimos fotos tanto de la cueva como del tajo que queda justo al frente.


Toca una buena subida de más de 5 km, con el sol siempre acompañando.


Hay que entrar en una finca de la que no se saldrá hasta el momento de dar la vuelta por otro camino. Avisado queda el personal de que hay colmenas y se trata de un coto privado de caza, aunque ésto último no sé si sigue en vigor, porque el paso está abierto.


Hay que ir ganando metros, ahora por un bosque.


Se llega a unos establos en una explanada.


A veces las cuestas tienen una pendiente importante.


Tras una curva aparece un gran embalse, donde se ha quedado a medio terminar lo que puede ser un cenador.


Dentro de sus aguas la vida se alimenta de la muerte.


Se llega a una cota desde donde ya se divisa Ronda por encima del embalse.


Al final del camino está la verja de acceso a otra finca, es el momento de subir por la izquierda y salir por un acceso igual al anterior que se pasó, con doble puerta, y empezar a bajar por la izquierda, de regreso. En el camino hay un pilón alimentado por el agua que se recoge del terreno.


Hay que ir bajando todos los metros que se han ido subiendo.


El camino floreado hace el bien de la vista y el mal de las alergias.


Se baja hasta la carretera de Algeciras, a la altura del km 6.


Margaritas y amapolas adornan el jardín natural.


La sorpresa del camino es una granja de avestruces, que son de lo más curiosas.


Tanto nos quisimos acercar los dos, que al final terminó por darle un picotazo al objetivo. No sé qué se imaginaría.


Seguimos camino para el pilar de Cartajima. Hay indicaciones con puntos azules por el camino, pero como indicativo principal está el seguir el curso del riachuelo que hay más adelante.


Este pilar es más grande que el de Coca. El agua está buenísima, doy fe de ello.


Se sigue el camino hasta un cruce en el que hay que girar a la izquierda pasando después por un arco vegetal.


Hay que volver a cruzar la carretera de Algeciras para bajar hasta la plaza de San Francisco, donde se inició la marcha.


No podía haber mejor final que unas rondas sentados en la plaza de San Francisco. La siguiente prueba será la Nocturna de Montejaque, para la que ya tenemos Maite y yo pagadas las inscripciones.


El perfil del recorrido da muestras de lo entretenido que puede llegar a ser como entrenamiento.


Música recomendable.


viernes, 24 de mayo de 2013

Ruta de El Pozuelo - Picacho de Castillejos


Ruta del domingo pasado, en compañía del colega karateka y marchador, Miguel. Le avisé al mediodía, sin previo aviso, tal y como se me vino a la cabeza, vamos; así que ni comimos al mediodía en casa. La idea era hacer "La Ruta de El Pozuelo" por la zona de Juanar.

Una vez aparcado el coche cerca del refugio de Juanar, cogimos carretera abajo hasta el inicio del camino por el monte.


Hay que subir por una ladera, con fuerte pendiente, desde la que se ve la carretera de acceso al refugio, quedando éste a la derecha.


Ahora en primavera lo que hay son abejas por todos lados, de flor en flor recogiendo polen.


Aproximadamente en media hora ya estábamos en la ladera opuesta, al otro lado de la montaña.


Lo mejor de esta ruta son los constantes cambios de paisaje.


Para alguien que no haya hecho la ruta, espera algo diferente al llegar al pozuelo.


En una zona de pinos, la resina es algo que se puede encontrar, pero no siempre las gotas ofrecen su lado artístico a la cámara.


El paso entre pinos va abriendo los bronquios ayudados por la menor presión que da cierta altitud.


Y llegamos al lugar donde queda a la derecha un picacho, que no supe hasta después cómo se llamaba, ni qué vistas depararía su cima. Nos quedaba a la derecha del camino.


Esta vez decidí acometer su subida, sin saber ni cómo sería, ni qué encontraría por el camino; aunque ésto último se puede resumir con esta toma.


Después de trepar por el tramo final, señalizado con piedras, llegué a dominar un gran territorio.


Nadie dijo que no haya que hacer siempre un buen esfuerzo para alcanzar la cima y, con ella, gozar del domino que la altitud de la montaña da. Detrás del compañero se ve el camino del que nos habíamos desviado.


Y claro, hay que hacerse la foto, cómo no, con las piernas a dos colores. Este es el Picacho de Castillejos, según comentó después el amigo Lucio por el féisbuc.


Por encima nuestra, sólo aves y nubes.


Una bonita ventana.


En algunos momentos, la luz del sol tras las nubes dibujaba a éstas con siluetas de colores.


¿Quién dijo que bajar fuera más fácil que subir?


Medio paso atrás y se funde uno con el paisaje.


¡Qué me gusta una subida por roca!


Uno se siente grande, por encima de los bosques.


Sierra de las Nieves entre abetos.


La vuelta al camino, con los árboles al contraluz.


El pinsapo, ese abeto tan especial.


Paisaje al NO.


Y llegamos al camino que baja al refugio.


Ya en el bosque que rodea el edificio. Tan bueno y tan cerca de casa.


Y después de unas horas de disfrutar de la marcha en plena Naturaleza, repusimos fuerzas en el Solís de Ojén. El perfil da muestras de que hicimos deporte. Recomiendo esta ruta con la inclusión de la subida al Picacho.


Música acorde con las circunstancias.