lunes, 24 de junio de 2019

Playa de Bolonia

Me desperté el sábado con ganas de conducir hasta alguna playa de las especiales que existen en el Sur de España; me decidí por la de Bolonia. Nada más llegar, te saludan las tortugas, camino de la duna.


Gran afluencia de público con sus sombrillas y demás materiales de playa de fin de semana. Al fondo, el Norte de África.


Desplazamiento en bicicleta.


Las chumberas están en flor. Curioso estar una belleza rodeada de espinas por todas partes.


La vista, simplemente espectacular. A la izquierda el océano, a la derecha pinar y montañas, al fondo la duna.


Hay momentos en que la vegetación lo envuelve todo.


Y se inicia la subida a la cima de la duna, representando un esfuerzo adicional por la hora.


Surfeando la duna.


Paisaje general, a vista de pájaro.


Equilibrio natural.


Bajando.


Agua y luz.


Al final del camino hay una zona de lodos, estupendos para la piel.


Navegar por la arena es difícil, aunque no imposible.



De vuelta a casa, enmarcando lo vivido.


Si ella me faltara alguna vez ...


martes, 18 de junio de 2019

Nocturna de Montejaque

Sábado 15 de junio, no hace una semana que he regresado a España y ya estoy metido en una maravillosa carrera nocturna por la Sierra de Ronda, en Montejaque. La última vez que la hice, fue con mi hijo Javier durante todo el trayecto, tres años antes y con nueve kilos menos. Ahora no tenía ningún tipo de entrenamiento, pies y rodillas muy deteriorados, pero las ganas podían con todo. El recorrido fue el siguiente:


El perfil suave, pero siempre picando hacia arriba ligeramente.


Lo mostrado es lo que registró mi reloj. Y ahora viene la historia de lo acontecido a nivel personal. Salí temprano de Marbella, con la idea de almorzar en Benaoján, en el Bar Palma, donde siempre se come bien y tengo amigos; allí me encontré con Víctor, del Fórum Fotográfico de Marbella. Luego, en un par de minutos, aparcaba en Montejaque e iba a recoger el dorsal.


Dorsal personalizado, el 314, un bonito número, y una camiseta técnica, fresca, para entrenar en verano.


Después de saludar a Mari, la organizadora, y también a mis ya conocidos y amigos, de tantas carreras y tantas excursiones por la sierra de donde era mi abuela paterna; aproveché para hacer un poco de turismo con mi nueva cámara compacta de fotos. La hora no era la más apropiada, por la dureza de la luz, pero como no me puedo quedar mucho tiempo quieto, pues me fui de gira solitaria.

La fuente del pueblo, con su curioso letrero. Lo de agua no potable es algo que se pone cuando el agua no es clorada; por lo demás, ahí que me pegué un buen trago.


Esquina de calle Nueva.


Como pueblo mediterráneo, las casas lucen de un blanco inmaculado.


Y con tranquilidad se llega a la plaza de la Constitución, donde se ubica el ayuntamiento.


Plazoleta, con historia.


Calle y la siempre presente sierra.


La fuente de la plaza, con los juegos de agua, es motivo de diversión para los más pequeños.


Época de balcones floridos.


Las golondrinas son las propietarias de este viejo edificio.


Abeja, flor y otros insectos en perfecta armonía.


Me llegó la hora de hidratarme, sentarme un rato y esperar a la hora de la salida. En ésas estaba cuando llegaron amigos del CEM, otro club de Marbella, con Sonia, Anselmo, Joaquín, Marián y su marido. Aproveché para irme con ellos a tomar algo. Luego me encontraría con los compañeros de mi club, el Luna Llena.


Muchos nervios y dudas me venían, después de dos años en el dique seco, sin subir ni una sola montaña, ni entrenar. Eso sí, estaba bien equipado para lo que se me venía encima.


Y llegó la hora de irse colocando en la línea de salida.


A las nueve salíamos corriendo cuesta arriba.


Los primeros kilómetros se pueden correr perfectamente, no era esa mi idea, ni lo ideal para mis ya destrozadas rodillas, así que imprimí un ritmo constante de marcha.


El atardecer no pudo ser más bonito.


Luego llegaría la noche y, con ella, mi aventura en solitario hasta la meta. Sufrí mucho los últimos 5 Km, no había bebido lo suficiente y lo pagué con continuos calambres; bajé el ritmo con tal de llegar hasta la meta entero; como así fue.


Otra medalla más para la colección, quizás con más mérito que otras, ya que se me hicieron algo largos esos 23,5 Km acompañado solo por una bonita luna y los sonidos del campo.

Volando voy, volando vengo ...


lunes, 3 de junio de 2019

Penúltimo domingo

Todo llega, a su paso, en su momento. No hay mucho que hacer fuera un domingo en época de lluvias, cuando se tiene un bebé de pocas semanas. Sí salir a comprar cosas necesarias, o al menos tener un pretexto para dar un paseo y no permanecer todas las horas metidos en casa.

Un vecino, hambriento como tantos congéneres, en busca de algún regalo, sin temores, acercándose con un meloso ronroneo. Blanco y negro, como nuestras vidas.


Río Jaimanitas, con sus barcos humildes, como la profesión de sus ocupantes.


Canal de vida, de peces y mareas, de verdes esperanzas, de orgullosas palmeras guardando sus orillas.


Las nubes, esas vanidosas criaturas que gustan de verse reflejadas en las tímidas aguas.


Tormentas sobre Jaimanitas recuerdan que es la época de lluvias.


Los jóvenes pescadores no se dejan amedrantar por la amenaza de otras aguas sobre sus cabezas.


Después de cada lluvia, vuelve a salir el sol, quizás con más fuerza para crear un calor adicional con los vapores de la tierra. Y mientras tanto, el bebé a sus juegos, aquellos que nadie puede imaginar.


Ojalá que nos vaya bonito, a todos.