domingo, 26 de febrero de 2012

El uso de la bici


Antes, el uso de los coches estaba al alcance de pocos. Los desplazamientos se hacían principalmente en bicicleta para ir al trabajo, o llevar a cabo cualquier tipo de tarea.

Aquí en Marbella, el lechero que suministraba de género a los vecinos de calle Finlandia, ahora con el nombre de un notario, llevaba una bicicleta de hierro, con los frenos de barras rígidas, faro y dinamo, que me impresionaba mucho, bueno, aún me sigue gustando cualquier elemento capaz de dar luz sin tener que conectarlo a enchufe alguno. Lo tenía todo bien dispuesto para que cupiesen las lecheras metálicas. Tengo la certeza de que aquella leche no había pasado por ninguna planta de tratamiento, solo la de la cocina de mi abuela, que la hervía antes de su uso. Y aquí ando, nunca me intoxiqué, ni tan siquiera con la leche de cabra, la única que se bebía en casa de mi tío Cristóbal, recién ordeñada de sus cabras; nadie de la familia cogió brucelosis.

Como medio de transporte de mercancías dentro de las ciudades, se usaban unas bicicletas con un carro en la parte delantera, a modo de dúmper. No suponía gran mantenimiento, y tenía una capacidad bastante razonable.

Al polideportivo íbamos andando desde casa, si acaso, para llegar antes y pedir pista, cogía mi bicicleta de carreras y me alargaba en un momento. No sé si tendrá mucho que ver, que creo que sí, pero eso de las pesadas alergias y el asma, no me habían llegado. Recuerdo solo ponerme enfermo una vez al año, durante una semana que me duraba el resfriado, curado a base de leche caliente con coñac, aspirina y zumo de naranja. Ahora paso varias semanas al cabo del año con asma, alergias y atiborrado de medicamentos que me son prácticamente inservibles.

Después de que hay tanto escrito sobre el mal de la contaminación debida a los productos de la combustión llevada a cabo en los motores de los vehículos que usamos, se sigue viendo el uso de la bicicleta en la ciudad como algo de personas raras, hippies, fuera del orden natural ciudadano. Las ciudades que quieren avanzar de verdad, están llevando a cabo planteamientos urbanos donde las zonas peatonales y ciclables son las protagonistas.

El otro día estuve en Málaga. Ya se ha convertido en costumbre dejar el coche en el parking de La Alcazaba y bajarme andando por las calles peatonales, entre caminantes y bicitaxis. Poco a poco están consiguiendo una ciudad moderna y dinámica. Aquí estamos muy lejos de ese modelo, no veo intención de ir buscando ese tipo de ciudad. Cada vez que se ha hecho algo nuevo, no se ha pensado en la bicicleta, y no por falta de espacio, sino por falta de costumbre en el uso de la misma por parte de los que toman decisiones por su cargo.

Ayer estuvimos unos cuantos pidiendo, de forma educada y civilizada, como siempre, un carril bici para la seguridad en nuestros desplazamientos. La respuesta que se va obteniendo es la de la multa por hacer uso de la bicicleta en el tramo prohibido del paseo marítimo, algo totalmente incomprensible, lo de la señal prohibitiva, en algo que se convierte más adelante en una mal llamada "vía verde". Toca jugársela con los niños por la calle paralela, densa en tráfico, hasta llegar al tramo del albero. En fin, el sentido común no suele ser de aplicación para las ¿minorías?

Sigo haciendo uso de mis bicicletas como deporte y como modo de paseo. He enseñado y educado a mis hijos en el uso de la bici, y lo seguimos pasando genial cuando salimos a dar una vuelta hasta Puerto Banús. Son muchos los que disfrutan del sol y de las dos ruedas, y si van facilitando un carril bici a Levante y Poniente del casco urbano, se irán sumando muchísimas más personas en sus habituales desplazamientos urbanos.

Me apetece Tubular Bells para esta entrada http://www.youtube.com/watch?v=8LEWkwvaNcs&feature=related

viernes, 24 de febrero de 2012

Del Ocaso a la noche en Puerto Banús

Ayer jueves fue un día completito. Por la mañana tocó trabajar intensivamente, a pesar de estar con un resfriado de campeonato. Al mediodía había quedado para comer con dos amigos y, ya se sabe, la tertulia duró hasta cerca de las seis de la tarde. Y a esas horas ¿quién se va a trabajar? Cogí la moto y me fui a Puerto Banús, con la idea ya predeterminada de pasear por el muelle exterior para hacer fotos.

El sol estaba ya bajando a pasos agigantados, no me ofreció una puesta acorde a la estación, fue más amarilla que naranja. Depende de las nubes, atmósfera, y factores que se escapan a mi entendimiento.

Obtuve una recompensa en forma de nubes de colores.

La noche se iba echando encima, con las primeras luces de tiendas y faroles. Los barcos, en perfecta formación, enfrentados por una lengua de hormigón con forma de T.

Tal como iba de regreso, la oscuridad se iba tragando las pequeñas lanchas.

Solo me tropecé en todo el tiempo con un matrimonio que iba con un niño y con una chica paseando a su perro. Me pilló justo en el momento que le hacía una foto, no habiendo segunda oportunidad para hacer las pertinentes correcciones en la cámara.

No puedes comprar mi amor, en bossa, un alucine. http://www.youtube.com/watch?v=fmV_oGI2YQ8

domingo, 19 de febrero de 2012

Los caracolillos de Ojén

Practico ciclismo desde hace varias décadas, sin embargo nunca me había dado por subir al puerto de Ojén por las tan temidas curvas llamadas los caracolillos. Ayer, que precisamente no era el mejor día, ya que me desperté con algo de asma, decidí subir para saber en mis piernas si es tanto como parece cuando los he subido en moto.

No hay cosa que más me fastidie que empezar una ruta con subida, ya que soy más de motor Diesel y necesito tiempo para calentar piernas y que mi corazón se estabilice con el esfuerzo. Por ello, normalmente antes de empezar a subir, me gusta llanear por lo menos media hora. Ayer no, salí directamente con el primer repecho, subiendo hacia el puente de la autopista. El tramo que lleva hasta pasada la antigua mina es de lo más pesado, porque a sus tramos de diez por ciento de pendiente, se une la sensación de la recta interminable. Al llegar al cruce donde se produce el desavío hacia Ojén, paré encima del puente, porque el corazón lo llevaba ya en la boca. No me puse el pulsómetro, para entrenar por sensaciones. Seguro que me ahorré un buen susto de haber sabido a qué velocidad latía.

Decidí tomarme con calma la jornada y pedalear sin forzar, con desarrollos suaves. Así llegué a un mirador cerca de Ojén, en el que me recreé con esta foto.

Pasado el pueblo empiezan los repechos, pero no tiene nada que ver con los desniveles de esas curvas de 180º en cuya primera paré para sacar lo que acababa de pasar.

Lo peor es cuando miras hacia la rampa que tienes por delante.

En todo lo alto, cuando paras, te das el gustazo de ver por dónde has subido, con el corazón a punto de saltar del pecho y no encuentras todo el aire que tus pulmones buscan.

La cara ahora es bastante diferente a la primera foto. La satisfacción es total.

Subí el primer kilómetro camino de Juanar, pero las sensaciones ayer no eran buenas, empezaba a tirar en el gemelo que me lesioné en diciembre y pensé que lo más inteligente era terminar con buen sabor de boca, en vez de con otra rotura fibrilar. El perfil de la ruta da muestras del esfuerzo.

No estoy por Valencia, pero la humedad también rompe mis huesos ... http://www.youtube.com/watch?v=ui66QeI9w9k

viernes, 17 de febrero de 2012

Marbella marinera

Mucha gente de fuera conoce la Marbella turística, la de hoteles, yates y Jet set. Incluso muchos de los vecinos comentan que casi no queda gente originaria de aquí; ante lo cual termino rebelándome.

Una de las cosas que tengo pendiente por hacer es mi árbol genealógico, para lo cual tengo que ponerme las pilas e ir anotando los datos que me vayan suministrando tanto mi padre, como mi padre, hasta donde les llegue la memoria. El resto tendré que investigarlo por mi cuenta, como buenamente pueda.

Mi bisabuelo Pedro Sánchez era de aquí, de la mar. Tuvo nueve hijos, con una sola hembra entre ellos, mi abuela, la menor de todos. Los varones trabajaban en el barco de su padre. Como tantos trabajadores de la mar por aquellos entonces, algunos no sabían nadar. Antes de investigar nada, sospecho que mi tatarabuelo y el padre y el abuelo de éste y así retrocediendo en el tiempo, eran pescadores también.

Puede que sean esas raíces marineras y el amor a este pueblo, lo que haga que sea capaz de pasar horas y horas, sentado o de pie, escrutando el mar, la mar, esa en la que desde niño me mecía entre sus olas, abandonándome hasta que me gritaban desde la orilla que era hora de volver a casa.

Mi padre nos enseñó de niños a pescar, a preparar la masilla que por la noche usaríamos, cada uno con su caña. Tenía toda la paciencia del mundo con sus tres hijos mayores, socorriéndonos en el frecuente caso de que se enganchase el anzuelo en alguna de las rocas del espigón. Cuando íbamos a la playa con él, en su único día de descanso semanal, se alejaba nadando hasta que desaparecía en el horizonte. Su ilusión por la natación cesó el día que acotaron las playas para el uso de motos acuáticas y otros usos deportivos a motor. El se sentía libre en mar abierto, no en la orilla.

A mi hija la llevé de pequeña en dos o tres ocasiones a pescar. A mi hijo no lo he llevado aún. Ahora hace falta permiso para todo, más que permiso, diría yo que hace falta pagar por todo. Con trece años yo pescaba con fusil en la playa de San Ramón, el mismo fusil que mi padre había usado con anterioridad. Él no me lo prohibía, él me enseñaba cómo hacerlo; al igual que los aficionados a la caza, enseñaban a sus hijos desde muy temprana edad. Hoy está todo prohibido, todo está mal. No había guiso más exquisito que un guiso con la jibia que acababa de pescar.

Todo esto para decir que sí, que aún quedamos gente originaria de aquí, que no salimos en las fotos antiguas que habitualmente se muestran, generalmente del llamado casco antiguo, pero que habitábamos casas en las que no faltaba el pozo, las paredes encaladas y las macetas de geraneos y claveles.

domingo, 12 de febrero de 2012

Por tierras de Iznájar

Un día completo, el sábado de este fin de semana. Doble participación familiar en el primer encuentro de la liga provincial de kárate: mi hijo como participante en Promesas y yo como árbitro. Para eso tuvimos que madrugar, ya que había que desplazarse hasta Villanueva de Tapia, población limítrofe con la provincia de Córdoba.

Antes de empezar la liga, hubo una emotiva ceremonia en la que se le ponía al pabellón el nombre de un muy joven karateka de aquel pueblo, que ha perdido la vida en un lamentable accidente. Fueron momentos muy difíciles que nos llegó a todos al corazón. Me tocó vivirlo muy cerca de sus padres, pues me encomendaron la nada tarea fácil de hacer las fotos del homenaje. Se ha ido un gran chaval y un gran deportista. El pabellón estaba completamente lleno, tanto en sus gradas como en los tatamis con los participantes.

No he pasado más frío en mi vida como árbitro. La baja temperatura, unida a la corriente de aire, hizo de la labor un enorme sacrificio por mantener el tipo con manos y pies helados, además de dolor de espalda. Ante tal clima, algunos karatekas formaron con zapatos, aunque el protocolo karateka vaya por otros caminos. Ayer se perdonaba todo respecto a abrigarse y defenderse del frío.

Mi campeón va progresando en este difícil arte. Ayer hizo una Heian Sandan aplicando algunas de las correcciones que le hice el jueves. Va cogiendo poco a poco los conceptos. Y es que, amigos, el kárate es algo muy difícil. Tengo fe en Javi y sé que a partir de los doce o trece años, empezará a progresar a pasos agigantados. De momento nos toca empezar a trabajar para conseguir el cinturón azul, que ya son palabras mayores.

Terminé de arbitrar pasadas las dos de la tarde, sin haber probado bocado alguno desde que me levanté a las siete de la mañana. Me dieron un bocata y un zumo para reponer fuerzas. Se me ocurrió que, ya que estaba cerca de Iznájar, por qué no me llegaba a verlo y comer en sus alrededores. El pueblo de Iznájar tiene una ubicación bastante curiosa para fotografiar.

Pregunté en el pueblo por un buen lugar para comer y me indicaron un restaurante ubicado a pie de la playa que hay habilitada para poder pasear y tomar el sol junto a tan gran masa de agua dulce.

Lo mejor fue tomar un rato el sol paseando a la orilla de este precioso embalse.

Tienen una bonita playa de arena de río.

El karateka también aprovechó para practicar una de sus actividades favoritas: lanzamiento de piedras al agua.

Pasaron unas personas con algunos perros. Una de ellas les iba dando instrucciones para que no se metieran en el agua. Y obedecían hasta que ... a Javi se le ocurrió tirarles un palo al agua. Y ya sabemos todos que eso es lo que más le puede gustar a un perro.

El personal no tuvo más remedio que echarse a reir por la ocurrencia del niño y el resultado. Mi deportista siguió dale que te pego mientras anduvimos por allí. De regreso a casa se quedó completamente dormido después de la jornada deportiva y turística.

Hay veces que todo cambia por un "simple twist of fate", como canta Bob Dylan. http://www.youtube.com/watch?v=Fl3p0GNbT2c

lunes, 6 de febrero de 2012

La odisea del segundo entrenamiento

Ayer domingo, después del vendaval que sufrimos en Marbella el sábado, decidí por la tarde hacer el segundo entrenamiento de bicicleta. Como no disponía de mucho tiempo y sabía que se me haría de noche por el camino, decidí coger la bicicleta de montaña, que está preparada con luz delantera y trasera, y puedo circular sin peligro a la vuelta por el paseo marítimo.

Después de abrigarme todo lo que pude, llenar un bote de agua añadiéndole el correspondiente sobre de H3O para ir reponiendo por el camino, empezaba a pedalear sobre las seis menos cuarto de la tarde.

El trayecto pensado fue subir a Benahavis, yendo a la ida por la carretera para evitar a todo el personal que seguro estaba abarrotando a esas horas el paseo marítimo. La vuelta la haría por Guadalmina para coger después el paseo marítimo hasta casa.

La subida por la carretera de Benahavis se presentaba preciosa y tranquila. Solo empezar me encontré con la imagen de La Concha iluminada por los últimos rayos de sol.

Al salir del túnel, ya me acompañaba la luna, que me fue de gran ayuda a la vuelta, dándome como complemento su suave luz.

Subiendo empezó a pegar el viento, sin que venciera a mis ganas por llegar hasta arriba pedaleando fuerte. Cuando llegué a Benahavis, ya era completamente de noche. Estaba todo tranquilo.

Sin perder un solo instante, di la vuelta y bajé todo lo rápido que pude, de tal forma que en un visto y no visto, cogía camino de Guadalmina, donde en un repecho se rompió la cadena de la bicicleta. No había excesiva luz en la urbanización, así que reenganché el eslabón roto como buenamente pude y continué camino del solitario paseo marítimo de San Pedro Alcántara. El viento se estaba poniendo algo pesado, así que había que aligerar un poco.

Llegué a Puerto Banús sin más incidencias, hasta que a la salida para coger de nuevo el paseo, se volvió a romper la cadena. Esta vez conseguí de nuevo cerrarla, pero ya me iba temiendo lo peor, que vendría poco después de pasar el puente de Río Verde. Allí, casi a oscuras, alumbrado solo por la tenue luz del alumbrado público, intenté buscar una mejor solución, pero, ¡sorpresa! la multi-herramienta que lleva un troncha cadenas estaba en la bolsa de la bicicleta de carretera, o sea que adiós a hacer una reparación más seria. La cadena estaba ya más que dañada, se volvía a salir una y otra vez en un desesperado intento de engarzarla lo mejor posible, y terminó por echar abajo toda esperanza de volver en bici. Tocaba volver andando, total, solo estaba a siete kilómetros y medio de casa, hacía un frío tremendo y no había ni un alma en el paseo, que pudiera ir en bici y prestarme la herramienta que me hacía falta en ese momento. La cadena fue a parar a una papelera.

La vuelta la hice casi todo el rato andando con la bici en la mano, y cuando me hartaba la usaba de patineta un ratito. El caso es que llegué a las diez de la noche, algo cansado pero contento del ejercicio físico.

Ya he llevado la bici al taller para que le peguen una buena revisión, y para la siguiente salida ya procuraré que no se me olvide ninguna herramienta importante.

Algo muuuyyyy antiguo, pero que me encantaba de niño http://www.youtube.com/watch?v=KTSAOtasAfg

jueves, 2 de febrero de 2012

Primer entrenamiento ciclista


Este domingo hice mi primer entrenamiento ciclista del nuevo año, algo tarde, pero no ha podido ser antes debido a la lesión que tuve en diciembre.

Me levanté con ganas de darle a los pedales. Me puse la indumentaria de invierno, sin saber que pasaría calor con la chaqueta, pero siempre es mejor que sobre a que me enfríe en alguna bajada. La intención era hacer unas decenas de kilómetros, lo más llano posible, e intentar subir un poco.

Esto del móvil nuevo con cámara de 8 Mpíxel es una gozada, paso de cargar con la cámara todo terreno, al menos si veo que no va a llover. Con cuidado, respetando a los muchos que decidieron salir a pasear al sol, fui hasta Puerto Banús por el paseo marítimo; sin pasar por la zona maldita vetada a todo ciclista, que sigo sin entender el motivo, pero bueno...

Continué pegadito al mar hasta San Pedro Alcántara, donde estrené el carril bici que hay allí y que termina de forma inesperada, como si estuviera sin acabar.

Ya envalentonado como estaba, decidí subir a Benahavis, a ver si protestaba el gemelo o no. A la altura de la primera rotonda, ya iba pinchando un poco.

Después del túnel y ante una punzada que iba en aumento, decidí que lo más sensato era dar la vuelta antes de sufrir otra rotura. Lo dejaré para este sábado que viene.

Pasé de nuevo por Puerto Banús y esta vez disfruté con más tranquilidad del magnífico sol que hacía. Las vistas que tuve fueron de lo mejor.

No somos nada ante la fuerza de la Naturaleza http://www.youtube.com/watch?v=UyH6lX_iL3A