viernes, 28 de noviembre de 2014

Entre animales y murallas

Llevaba tiempo sin hacer actividades con mi hijo, de éso no me había dado cuenta, tuvo que ser su madre la que me lo advirtiera; así que este pasado sábado propuso visitar el zoo de Castellar de la Frontera. Otra buena oportunidad para poder hacer fotos, lo que me llevó a montar dos cámaras réflex con diferentes objetivos para que no se escaparan ni primerísimos planos, ni exposiciones abiertas.


Lo primero que se encuentra uno al llegar al zoo, es una pecera con unas tremendas pirañas. Nunca las había visto tan grandes.


Es un lugar muy familiar donde tienes contacto con los animales, el personal es muy simpático y te ayudan mucho. Así aprendí que las llamas hembras no son agresivas y no escupen, son los machos los peligrosos. Javi no pudo reprimir el deseo de fotografiarse con un bonito y tranquilo ejemplar.


Mi hijo echó su nueva adquisición y su madre nos pilló completamente metidos en faena.


A pesar de que el sol no acompañó, sí se pudieron hacer interesantes fotos.


Me fascinan los buitres por su poderío. Son enormes de grande.


Ese pico fuerte impresiona hasta al otro lado de la malla metálica.


Las águilas también son serias y dignas de respeto.


Este pequeño leopardo no paraba de juguetear y protestar, ambas cosas, ya que quería estar a su aire y, como todos los cachorros, loco por pegar mordisquitos con unos dientes muy chiquitines todavía.


Una vez que salimos de allí, nos fuimos de visita al castillo de Castellar, no sin antes pararnos a fotografiar a unos gatos muy acostumbrados al contacto con las personas.


Tanto que casi se me mete uno por el objetivo de la cámara.


Y llegamos a las murallas. Todavía cargado de cámaras y con ganas de hacer fotos.


Madre e hijo, cada uno a lo suyo.


Iba terminando el paseo, y a pesar del viento, se disfrutó mucho.


Y este hombrecito se lo pasó la mar de bien, de inicio a fin en un día con su padre y su madre.


Siempre hay que amar a alguien ...


domingo, 2 de noviembre de 2014

Soy de la mar


Soy de la mar y entre luces de un velero me bañé horas y horas sumergido en sus profundas aguas.

No te pedí nada, ni tan siquiera un mínimo deseo, y tú, en cambio, me has traído la sirena que volverá a dar un giro a mi vida.

Cuando los piratas son hombres enamorados de una piel que huele a jazmines, rompen promesas ...