martes, 26 de septiembre de 2017

Paseo por Vedado

Primer domingo que salía a pasear por La Habana desde mi vuelta. No había estado en Vedado, jamás llegué a salir de Habana Vieja. Cogí un taxi y me dirigí a la avenida 23 con calle L, buscando la heladería Coppelia, con la Olympus colgada del hombro. De allí fui a una planta alta, de impresionantes vistas, en el hotel Habana Libre.

Vista de La Habana Vieja.


El mar desde las alturas.


Otras vistas desde el Habana Libre.


Visita al hotel Nacional, con una recepción bastante interesante.


El Malecón está cortado al tráfico desde el paso del ciclón Irma. Los policías se encargan de la seguridad y el orden para que no ocurran accidentes.


Una imagen poca vista, ésta del Malecón completamente vacío de vehículos y personas.


Hora de comer; el sitio elegido fue el restaurante La Torre, ubicado en la planta 33 de un edificio en la calle 17, esquina con la M.


Después había que bajar el copioso almuerzo, y qué mejor que un buen paseo.


El fuerte sol del Caribe, ése que resalta la silueta de edificios y luminarias.


Hora de abandonar el Malecón y subir a la siguiente calle.


Vida en la calle. Sigue llamándome la atención el uso de camiones para transportar personas.


Última parada del día: hotel Meliá Cohiba.


Baile del bueno en Prado, por aquí paso yo cada vez que salgo a correr por La Habana.


miércoles, 13 de septiembre de 2017

Mi primer ciclón

Regresé a La Habana el jueves 31 de agosto por la noche, y en menos de dos semanas aquí, ya he vivido mi primer ciclón, de nombre Irma, de máxima categoría. Una dura experiencia para inaugurar el puesto de jefe de servicios técnicos del primer hotel 5* GL de Cuba.

El sábado por la tarde empezó a alternarse viento fuerte con lluvia.


Las olas saltaban como unas verdaderas campeonas olímpicas de la Naturaleza.


La calle se quedaba desierta; iban pasando los rezagados, camino de casa. Cualquier medio de transporte es válido, mientras tenga ruedas.


Esperando la oportunidad de coger a un cliente con temor de llegar tarde a casa, antes de que Irma apareciera con todo su esplendor.


Parque Central, siempre tremendamente concurrido, aparecía vacío.


Eolo iba mostrando sus intenciones.


Superficie rizada de agua.


Después de una noche con serios problemas para mantener el hotel en las mejores condiciones, salí a revisar el exterior. La soledad era evidente en la despedida de la oscuridad.


No se respetó la más elemental de las señales de circulación, tumbándola sin remedio.


El Gran Teatro de La Habana tampoco fue respetado, maltratando una de sus esculturas.


La sonrisa es lo último que hay que perder; no conozco otra forma de poder animar a los demás ante una desastrosa noche de lluvia y viento.


No se podía estar más contento, a pesar de no haber pegado ojo en toda la noche; por fin volvíamos a tener electricidad propia. Así que director general, subdirectora y jefe de servicios técnicos tenían más que motivos para sonreír y bromear.


Desde luego que fue una noche dura ...