lunes, 31 de diciembre de 2012

Yo, fotografiado por Miguelange

Esta vez creo que Miguel Ángel, Miguelange para los amigos, me ha ganado en cantidad de fotos realizadas. En esta última entrada sobre el corto viaje de esquí, pondré algunas de las mejores fotos en las que aparezco. Aviso de que una de las características de este fotógrafo es pillar por sorpresa, así que hay algunos posados y otros robados, jeje. La primera, recogiendo el material en la tienda de Cetursa; aunque yo no voy a esquiar sin llevar mis botas, los esquís no los eché, cogiendo los que entraban en el paquete del viaje.


Aquí a lo mío, concentrado en lo que estaba haciendo, ya que en esta misma zona fue donde tuve el desafortunado accidente la temporada anterior, rompiéndome los gemelos de la piernas derecha.


Ya sabéis lo mejor que hay para los deportistas después de un día de esfuerzo continuo: una buena tanda de cervezas. Aquí descansaba yo del líquido amarillo y me rehidrataba con una buena jarra de tinto con limón, que también va bien para recuperar lo perdido en la pista.


Uno de los robados a los que hacía mención, y encima con choteo, poniéndole mi nombre en el casco, jajajaja.


Servidor en las alturas, con cara de felicidad, olvidando problemas y la puñetera crisis.


Vaya, me cogió esquiando controlando una buena pendiente.


Algo me hizo que levantara el esquí, puede que una de esas montañitas por delante, que tan poco me gusta encontrarme en mitad de un giro, por el peligro que conlleva.


Vaya, una foto esquiando con verdadero estilo.


Uno de los ya famosos duelos de cámaras.


Se acercaba el momento de volver a casa. Aquí con el amigo José Antonio, profesor del instituto Jorge Guillén.


Un posado, con la Nikon a cuestas, como siempre.


Parada antes de coger el último telesilla del viaje.


La última bajada, alegres por los buenos ratos y porque nadie del grupo había sufrido ningún accidente, ni hubo contratiempo alguno con los alumnos.


Y aquí la última foto en Sierra Nevada, esperando ya el próximo viaje. De izquierda a derecha: Juan, conductor del autobús, Miguelange, Wence, José Antonio y servidor, los maestros, nombre con el que nos llamaban los alumnos del grupo.





viernes, 28 de diciembre de 2012

Y llegó el tercer día

Último día de la excursión de esquí. Las pistas de arriba estaban con nieve dura, además de bastante heladas, por lo que decidimos calentar bajando el río, que son 3,5 Km y la nieve a primera hora suele estar muy bien. Como siempre, la primera bajada fue un suplicio y un concierto de dolores de pies y piernas. Los pies porque las botas estaban heladas por dentro, y de piernas, por tanta flexión y extensión. Subí y me entretuve otro rato en hacer fotos. El telesilla de principiantes andaba animado ya a esas horas.


Las motos no paran de ir y venir. Me subieron hace unos años, una vez que me tuvieron que rescatar de una pista por un ataque de vértigo que me dejó incapaz de ponerme de pie, debido a que perdía la orientación y el equilibrio por visión completamente blanca. Pues bien, me bajaron a botiquín a una velocidad increíble.


Un poco de descanso para echar un trago de gel y otros de agua, recupera rápido.


El snow acompañado de paisaje, da mucho juego.


El rato que dura el traslado en telesilla también da para mucho, sobretodo para divertirse con el paisaje.


Al final fueron tres bajadas por el río y una completa desde el radiotelescopio a Pradollano por Loma Dílar. Después de comer me dediqué a hacer fotos, pasear y buscar algunos detalles para los de casa. Abajo hay una zona de jardines de nieve, con una pajarera donde hay algunos palomos y gallos.


Con un pequeño lago se puede uno entretener fácilmente durante casi una hora.


A partir de las cuatro de la tarde, la gente va dando ya de mano en esto de deslizarse por la superficie blanca.


Toca subir al hotel para recoger el equipaje, con el pensamiento puesto ya en otras cosas.


Algunos no podemos soltar la cámara ni en el telesilla.


Camino del que fue nuestro refugio durante tres días.


Aprovechamos para hacer los últimos retratos a los compañeros.


Aquí estaba ya el personal preparado para montarse en el autobús de vuelta a casa.


Una última foto para recordar el Veleta.



jueves, 27 de diciembre de 2012

Excursión de esquí. Segundo día.

Una noche algo movidita, no más de lo normal cuando en el mismo pasillo están las habitaciones de los muchachos, y después de que alguien informara pasadas las seis de la mañana de que tenía molestias en los gemelos, tomamos un desayuno contundente para poder afrontar la dura jornada de esquí que quedaba por delante. A las diez de la mañana el observatorio se veía atacado por bonitas nubes.


La zona del radiotelescopio andaba algo más despejada. La terminal que se ve a la derecha sería visitada en varias ocasiones durante este segundo día de esquí.


Esta vez se empezó directamente a calentar en la primera bajada desde la base del Veleta, con unos pies quejosos y las piernas doloridas por el día anterior. Sin duda, el estilo de Wence es envidiable por bueno.


Preparando las posteriores bajadas, me tenían reservadas muchas emociones para ese día.


Al finalizar la primera bajada, y en espera de que las piernas fueran adaptándose de nuevo al ejercicio, dediqué unos momentos a hacer fotos de personas anónimas para mí. El snowboard, bien hecho, es espectacular.


Y lo máximo es ver cómo algunas personas son insuperables cuando cambian la silla de ruedas por un monoesquí. Es impresionante la habilidad con la que esquían.


Tras el descanso fotográfico, me incorporé de nuevo al grupo, usando la cámara de vez en cuando, como en esta llegada de José Antonio.


El estilo inconfundible de Miguelange, que no falla ni un solo giro.


Duelo de cámaras sobre la nieve


Uno de mis inicios de giro, que van en función de lo que me vaya encontrando por delante y de las horas que lleve sobre la nieve.


Aquí el amigo no le teme a la fría nieve con tal de sacar una buena imagen.


Este paraje que nos encontramos hubiese sido ideal para cualquier escena de película. Hubo que remar un poco por este sitio, cosa que captó de maravilla el director de fotografía que llevábamos.


Otras seis horas de esquí. Ya se había calmado el ansia del primer día y se disfrutó más en cada bajada. Ducha rápida y de paseo al centro de Pradollano. A estas horas ya descansaban los remontes.


Las nubes sobrepasan los cansados tejados, despidiendo el día.


Hora de hidratarse como mandan los cánones, con cerveza. Aquí con el amigo Wence en El Cartujano.


Después de la cena en el hotel, los alumnos se iban de marcha, con la promesa de que no harían mucho ruido al volver.


Saltaaa ...

martes, 25 de diciembre de 2012

Excursión de esquí. Viaje y primer día.

(Aconsejo leer la entrada mientras se escucha esta música)


Por segundo año consecutivo he acompañado durante tres días a los alumnos del instituto Jorge Guillén, de Torrox, en su actividad de esquí y snowboard en Sierra Nevada. Como profesores titulares han ido Miguel Ángel y José Antonio, los otros dos adultos hemos sido Wence y yo, aunque a los cuatro nos llamaban "maestro".

Después de llegar al hotel, el GHM Monachil, adjudicar las habitaciones y dejar el equipaje, nos dispusimos a dar buena cuenta de la cena, con su correspondiente sobremesa, dejando organizados a los niños para la mañana siguiente.


Ya por la mañana, desde la cubierta vecina a mi habitación, destacaba al fondo un mar de nubes, que algún chico de otro grupo confundió con un mar de agua.


Por aquello de que compartimos ronquidos desde la mili, Miguel Ángel y yo estuvimos en la misma habitación.


Una vez recogido el material, en mi caso solo esquís y bastones, ya que sin mis botas no voy a ningún lado, que para eso las tengo amoldadas a mis doloridos y accidentados pies; nos subimos en telecabina a Borreguiles, donde el jefe dejaría colocados ya a los grupos de alumnos con sus correspondientes profesores; eso sí, previa sesión de fotos.


La primera bajada la hicimos por la Perdiz, para ir cogiendo el tacto de los esquís sobre la nieve. Mis dos primeras bajadas suelen ser siempre un suplicio, ya que los pies protestan por las botas y mis muslos por la flexión permanente. Así que al llegar abajo descansé unos minutos haciendo algunas fotos, aprovechando ese incipiente sol.


No tardaríamos en subir a la base del Veleta, en el telesilla del mismo nombre, donde ya las pistas tienen una pendiente más pronunciada y las vistas son únicas.


A la una empezamos a comer, después de tres horas sin parar de esquiar. El descanso sería corto, media hora para reponer fuerzas e ir al aseo. Eran muchas las ganas de nieve que había. También hubo sesión de fotos de alumnos, tumbándose el profe de Eduación Física sobre la nieve para sacar fotos más espectaculares.


Esta foto de la luna está hecha a las tres menos veinticinco de la tarde. Todo un lujo.


No me pude contener por aparecer también en alguna foto, aunque fuera en el reflejo de las gafas de un alumno.


Después de otras tres horas bajando pistas desde los remontes Veleta y Stadium, regresamos al hotel. Ducha y algunas fotos del atardecer, con un cielo organizado en estratos sobre las montañas.


Los chicos, más inexpertos, sacaban las botas al exterior, sin saber que por la mañana podrían encontrárselas heladas.


Pasadas las seis y media de la tarde, la noche se iba echando encima.


Una sustanciosa cena acompañada por un par de copas de vino, y a las nueve y media de la noche ya andábamos metidos más de uno en la cama. Los jóvenes se encargarían de que no durmiésemos toda la noche del tirón, como es normal en esas circunstancias.