lunes, 2 de noviembre de 2020

De Casares al puerto del Espino

 Siete de la mañana, suena el despertador del teléfono, con su desagradable sonido, melodía elegida a conciencia por su estridente sonido, así no hay modo de eludirla. A las ocho ya estaba saliendo con el coche, camino de Casares, donde había quedado con Miguelange y un compañero suyo para hacer una ruta ciclista. La mía la tuve que acortar, quedando con este recorrido de algo más de 48 Km y 1.261 metros de desnivel positivo.


Aparqué el coche a la salida del pueblo de Casares, donde está la oficina de Turismo. Se desciende algo más de un kilómetro hasta coger el cruce para la carretera de Gaucín. Se va dejando la sierra de Crestellina a la derecha.


De inmediato se ve al fondo el pueblo de Gaucín, primer destino de la etapa.


Después de algo más de 9 Km, de los cuales, los cinco últimos tienen una pendiente considerable en bajada, se cruza el río Genal, punto de inicio del puerto del Espino. Quedan por delante 14 Km hasta coronarlo.


Solo pasar el puente, empiezan seis kilómetros con una pendiente brutal, sucediéndose los tramos al trece y catorce por ciento, que suman una pendiente media muy exigente. Eso sí, el paisaje montañoso va creciendo también en belleza.


Después de mucho sufrimiento, se llega al cartel de Gaucín.


Miguelange aprovecha para poner al corriente a su familia, ya que partió de casa muy temprano.


No se puede evitar tomar una foto del pueblo desde aquí.


A seguir subiendo, aún quedan más de 7 Km para coronar el puerto.


Mirador Del Cura, una tentación que tuve que salvar para seguir dando pedales.


Después de pasar el cruce de Benarrabal, se puede divisar a lo lejos los pueblos de Jubrique y Genalguacil.


Por fin coroné el puerto.


Ahí me esperaban los compañeros. La etapa planeada era más larga, bastante más, pero mis hernias discales llevaban tiempo quejándose por el sobreesfuerzo que supusieron esos durísimos seis primeros kilómetros. Así que por una vez, pensé con la cabeza y decidí dar la vuelta. Había conseguido el principal objetivo, hacer el puerto completo.


La vuelta me la tomé ya como un auténtico cicloturista, disfrutando de los paisajes. Este es el mirador del Guadiaro.


A lo lejos se podía ver cómo las nubes cubrían parte de los campos, sobresaliendo a lo lejos, como si de islas se tratase, algunas cimas.


Entrando a Gaucín por la carretera de Ronda, se atraviesa un puente de piedra, que mereció una foto.


Esta fuente no pudo darme agua, pero sí una bonita foto.


Casi la una del mediodía, con mucha hambre. Parada en la bodeguita Chaparro, donde se come bien y a precio razonable. Luego a hacer otra foto como despedida hasta la siguiente visita.


La bajada hasta el río es muy exigente, debiéndose prestar mucha atención a la velocidad, para que la carretera no se quede estrecha en alguna de las múltiples curvas. Una vez pasado el puente del río Genal, vienen cinco kilómetros de subida con una pendiente mantenida y alguna rampa bastante exigente. Después hay un descanso hasta el cruce de Casares, dejando campos a la derecha donde pacen algunos animales.


Casares es un pueblo muy especial, hay que visitarlo y andar sus calles. Yo lo he hecho en varias ocasiones, y siempre descubro algo nuevo.


A la entrada hay un camino peatonal por donde se puede pasear, e incluso sentarse a descansar en uno de sus bancos con vistas a la sierra.


La sierra Crestellina está plagada de buitres. Solo hay que ir a media tarde para ver cómo van apareciendo.


Después de hidratarme debidamente con el agua de la fuente que hay en la zona de aparcamiento del edificio de Turismo, esperé a que llegaran los compañeros de su larga travesía de más de noventa kilómetros.


Ya estoy pensando en otra ruta cicloturista, pero siempre en la obediencia a las nuevas normas derivadas de la pandemia actual.