miércoles, 6 de agosto de 2014

De regreso, visita al mirador.

Después de una jornada de baños y risas en el Canalón de Istán, tomamos el camino de regreso al coche.


Maite podría pasar por turista extranjera, más que nada por la indumentaria empleada para la ocasión, unida a ese bonito pelo rubio.


Nos desplazamos al pueblo, aparcamos el coche y terminamos en la plaza tomándonos unas cervezas y unas raciones que nos supieron a gloria.


Ninguno de ellos había estado en el mirador del pantano, un sitio muy especial. Nos encaminamos con las mismas ganas de guasa que habíamos empezado. He aquí a dos bellas mujeres en lo mejor de la vida.


El lugar ayuda a olvidar todas las posibles tensiones que pueda uno llevar encima.


Y ésto era lo que Maite estaba viendo en ese preciso instante.


Por supuesto que Carmen también estaba a la tarea, tomando fotos desde diferentes ángulos, buscando esa toma que realce aún más la belleza del paraje.


Los fotógrafos intentamos rizar el rizo, el encuadre triangular con los brazos de mi amiga.


Cualquier camino puede conducir a la foto deseada.


Foto que luego hay que revisar, por si hay que repetir la toma.


No podía faltar un duelo, cámara contra cámara, la suerte estaba echada.

Mi disparo fue certero.


Y ella tampoco falló, desde luego. Me dio de lleno.


La vuelta a casa fue casi de noche, pensando ya en repetir otro día no muy lejano. Muchas gracias, Javi, Maite y Carmen, por hacer de ese día, un recuerdo muy entrañable. Os quiero.

Todo lo vimos a color, como con aquellas películas Kodachrome.


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