A veces siento que las olas son amores acercándose sutilmente, insinuando una húmeda caricia.
Las palmeras simulan nuestra unión, una sobre otra, queriendo tocarse.
Y el mar se convierte en un piano de teclas de colores, acompañando el ritmo de nuestras caderas, meciéndose en medio de un fogoso amor, con el deseo de un fin entre relámpagos de placer.
Mi amor tiene caminos infinitos ...
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