sábado, 24 de enero de 2015

Cuando el sol se va

He tenido la suerte de poder vivir la situación en la que después de marcharse el sol, solo queda observar el cielo en mitad de un mar compartido por las nubes.


A veces siento que las olas son amores acercándose sutilmente, insinuando una húmeda caricia.


Las palmeras simulan nuestra unión, una sobre otra, queriendo tocarse.


Y el mar se convierte en un piano de teclas de colores, acompañando el ritmo de nuestras caderas, meciéndose en medio de un fogoso amor, con el deseo de un fin entre relámpagos de placer.


Mi amor tiene caminos infinitos ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario