sábado, 18 de mayo de 2024

La vida NO sigue igual

 Por fortuna, la vida no siempre sigue igual; a veces mejora, después de que empeorase por motivos siempre ajenos a la voluntad de uno.

En marzo llegaba Sushi a nuestra vida, una cachorra de mastín, que tendrá una entrada sola para ella, por todo lo que ha cambiado nuestras vidas. Más bonita no podía ser.

El 31 de marzo estaba en casa, sin muchas ganas de salir a la calle; de repente entra por WhatsApp una foto nevando en los Quejigales. Nos abrigamos Nacho y yo, cogí el coche en dirección a la serranía de Ronda. Llegamos a tiempo de ver una preciosa nevada, algo totalmente nuevo para mi hijo pequeño.


Las prisas no me hicieron pensar en que nos mojaríamos los pies, al no llevar calzado adecuado a las circunstancias. Nacho terminó con los pies completamente mojados, fríos y amoratados. Pude solucionarlo quitándole zapatos y calcetines para ponerlos a la salida de aire que calienta el parabrisas; la calefacción al máximo hizo que no tardaran en secarse. A sus pequeños pies les di un reconfortante masaje para quitarles el frío. Al final solo le quedó la alegría de sentir caer la nieve.


Abril terminaba con una excelente noticia: mis analíticas habían salido bien, se terminaba el tratamiento con citotóxicos y pasaba ya solo a controles trimestrales de analítica y, anuales de absorción de médula. Pasaban más de tres años de aquella mala noticia, una guerra que ha habido que ganar batalla a batalla, con muchos esfuerzos, dolores, contratiempos, pero con garra.

Este pasado domingo de mayo, día de las madres cubanas, quisimos ir a la playa, aunque fuera un rato, ya que Zenia tenía que entrar a trabajar al mediodía. La playa le queda bien, todo le queda bien.


El chico se llevó una de sus excavadoras; puede que sea casualidad, eso de que le guste tanto las máquinas de obras públicas, porque no sabe que su bisabuelo Aranda fue capataz de obras públicas.


No es una playa caribeña, pero es la que tenemos, la que gusta a los europeos de más arriba. Para ser una hora temprana, ya se veía movimiento.


Uno piensa en tantas cosas, cuando la felicidad está repartida, queriendo reunirla. Me costó, pero volvió a mi vida, para cuidar a un hombre que luchaba en una habitación aislada, protegido de todo posible mal. Ese hombre vuelve a ser la persona que tanto la amó en aquella isla, fuerte y trabajador.


Al final, me lancé al agua purificadora. Quería dejar atrás tanto mal.


Y en homenaje a todas las madres cubanas, especialmente a mi esposa Zenia, hoy toca esta bonita canción. Yo no nací en el Caribe, pero también amo a esa isla.



No hay comentarios:

Publicar un comentario