sábado, 28 de junio de 2025

Noche de San Juan

 Quinto año en el que la morena está en España en el día de San Juan y hasta ahora no había asistido a la fiesta nocturna que aquí celebramos; al principio por mi enfermedad y, luego, porque siempre la pillaba trabajando; así que este año no había excusa para no ir.

Nos enteramos que el jaleo estaba en la playa del Cable, allí había montada una barra donde ofrecían algo de comer y bebidas. Buen lugar para que Nacho se tomara una hamburguesa y un refresco. Como no nos cuadraba nada para comer yo, comenzamos a caminar entre la multitud en busca de algún lugar donde poder sentarnos y tomar algo. La principal figura a quemar se hallaba acordonada y vigilada.


Pedimos en dos restaurantes de playa una mesa para comer, pero estaba todo reservado; seguimos el camino y, sorpresa, los amigos Claudia y Jose estaban sentados en la barra de otro local completamente lleno al que no nos dejaban pasar, pero les dijimos que íbamos con ellos y nos abrieron el paso.


Ahí nos tomamos unas cervezas y comimos algo hasta que empezó el espectáculo del fuego sobre la arena, aquí no había protección alguna, solo el sentido común de los asistentes.


Aún se estaba viendo el fuego desde la barrera.


Escribimos en un papel tres cosas que queríamos que se borrara de nuestras vidas, en otro, lo bueno que queremos cada uno que nos pase. Nacho echó el suyo al fuego, protegiéndose la cara del calor y la fuerte luz de un fuego vivo.


Los demás también quisimos quemar todo lo malo. A Zenia sí que la pude captar, aunque fuera de espalda.


Los deseos buenos fueron a parar al mar; yo aún no estoy para mojarme de noche en un mar de aguas frescas, pero sí que lo hicieron Zenia y Nacho en mi nombre.

Estábamos tan metidos en lo nuestro, ellos en el agua y yo con mis fotos, que nos sorprendió una revoltosa ola que nos hizo a todos correr; yo me salvé de milagro de no meterme en agua hasta las pantorrillas.


Y así nos fue la noche de San Juan. Nuestros amigos nos acercaron hasta nuestro coche, que lo habíamos dejado lejísimo. A la morena le gustó la experiencia, así que el año que viene habrá que repetir.


miércoles, 4 de junio de 2025

Primer día en Cádz

 Dicen que los Virgo le damos mil vueltas a las cosas con tal de encontrar la perfección, esa que nunca se alcanza. Yo improviso cada día de mi vida, así que me levanté una mañana, hace poco, y le dije a mi mujer: -Gordi, ¿tú no querías conocer Cádiz? Pues este fin de semana nos vamos, ahorita mismo llamo a Gema y le digo que nos busque un buen hotel en el centro; mañana hacemos las maletas y, pa´llá.- A mi morena no hay que insistirle ni lo más mínimo para irnos de viaje, nos hemos juntado dos buenos para coger calle.

Cogimos el coche y solo paramos para almorzar en una venta que hay en la autovía a la altura de Alcalá de los Gazules, prácticamente al lado de la ermita Nuestra Señora de los Santos. No tardamos mucho en llegar al centro de Cádiz, disfrutando del paisaje por el camino. El hotel, de ciudad, no muy grande, pero bien cuidado y no barato, imagino que por su privilegiada ubicación. Nada más dejar las cosas en la habitación, subimos a la cubierta, donde se encuentra un solárium y una piscina. Desde arriba hicimos alguna foto que otra; por supuesto que la mulata clara se robó el show, que traducido al español sería "se llevó el protagonismo".


En primer plano aparece lo que sería el campanario de la iglesia de San Agustín y, a su izquierda, al fondo, la catedral.


A pesar de este magnífico cielo azul, nada más salir a la calle y llevar andado unos cien metros, empezó a llover con intensidad, teniendo que refugiarnos bajo unas sombrillas de la terraza de un bar.



La lluvia duró solo unos pocos minutos, luego buscamos con mucha ilusión lo que se asemeja al malecón habanero, que en Cádiz es la Avenida Campo del Sur.


El lugar invita a dar un buen paseo, ya sea a pie, en bicicleta, patinete o con las mascotas.


Y andando y andando llegamos a la Puerta de la Caleta.


Desde aquí se tiene una vista completa de la playa de La Caleta.


Momento pose de Zenia.


Aún está la marea baja y se puede ver el fondo que en pocas horas quedará sumergido.


Acaban de pasar la entrada al castillo de San Sebastián.


El lugar invita a pasear con tu amor, todo es tan emotivo.


Las fachadas de las dependencias están bien mantenidas, con ese aire medievo.


Con el océano tan cerca, ese que comunica España con Cuba, dan ganas de volar para visitar a esa familia que allí tenemos.


 Son pasadas las nueve, hay que iniciar la vuelta para buscar un sitio donde cenar.


Esta fachada es preciosa. La verdad es que merece la pena conocer esta parte de Cádiz.


La puesta de sol vista desde el Paseo Fernando Quiñones. Es todo un espectáculo, con la marea ya subiendo.


Son casi las diez de la noche, hora de buscar un lugar para cenar, antes de volver al hotel.

He pensado que esta canción es la indicada para esta entrada.


lunes, 2 de junio de 2025

Sendero Los Monjes

 Domingo de Resurrección, con muchas ganas de salir al monte y pensando en algo que no tenga mucho riesgo de caída y arañazos. Me decido por el Sendero de los Monjes, subiendo un tramo hasta un cruce con el arroyo de Guadalpín.


El inicio de la ruta comienza por cruzar el arroyo, que viene con bastante agua. Javi y yo somos capaces de pasar saltando de piedra en piedra, pero el problema está con Nacho. No debería haberlo hecho, por aquello de que llevo un PICC en el brazo derecho y no puedo coger más de dos kilos con ese brazo; al final, no me lo pienso y cojo a Nacho en brazos y cruzo sin meter los pies en el agua.


Nos encontramos con un paso por unas rocas, que pasamos ayudándonos de las grapas puestas para poder agarrarse y bajar el riesgo de un posible resbalón.

De inmediato se inicia la subida.


Hay que esquivar algún obstáculo por el camino.


El pequeño de los Aranda se lo estaba pasando la mar de bien y, para colmo, nos encontramos una cabaña por el camino, donde quiso refugiarse por unos instantes.


Por el camino, que va discurriendo paralelo al arroyo, nos vamos encontrando pequeños saltos de agua.


Cuando llegamos al lugar donde había que atravesar de nuevo el arroyo para poder seguir el sendero, decidí que esta vez no nos arriesgaríamos a pasarlo con Nacho, hasta ahí llegaría nuestra subida, de algo más de un kilómetro. Sacamos los bocadillos y repusimos fuerzas antes de empezar a bajar.


Hay tramos donde el camino se estrecha bastante.


Esta vez no se le iba a escapar a Javi una foto de una cabaña, hecha con dedicación y buen hacer.


Nos quedaba algún paso en el que había que tener cuidado para bajarlo.


Fue una bonita experiencia que hay que repetirla, pero llegando hasta la ermita; queda verano por delante para hacerla; eso sí, en día de diario, porque en domingo hay una multitud por el camino.