viernes, 29 de octubre de 2010

Y se inauguró

Escuchen ustedes, por el año 2008 me hablaron de llevar a cabo el proyecto de las instalaciones para convertir dos mil quinientos metros cuadrados de una planta sótano en una modera unidad de cirugía mayor ambulatoria. Hablamos de quirófanos, sala de recuperación, consultas externas, laboratorios, y todo lo que conlleva una clínica moderna equipada con tecnología punta. En su día colaboré en un primer estudio sobre lo mismo, pero no, ahora se trataba de realizarlo de verdad, nada de ideas, sino hechos. Cuando bajé a ese sótano me encontré con lo que ustedes pueden ver en esta foto.
Está claro que para llevar a cabo tal empresa hacía falta algo más que un ingeniero, pero el jefe ya lo tenía todo pensado y bien pensado. Hacía falta un señor que supiera de obras y tuviera una gran experiencia en la ejecución de las mismas, ahí entraba Paco Quero, arquitecto técnico con décadas de experiencia en construcción. Ya se había salvado uno de los obstáculos. Ahora había un señor que quería llevar a cabo una empresa, un ingeniero que podía proyectar las instalaciones necesarias y un experto en obras, pero ¿quién decía lo que hacía falta proyectar y construir? Ahí llegó Luis Cobos, persona experimentada en temas de tecnología hospitalaria, quien sabía lo que hacía falta en cuanto a equipamientos e instalaciones. Cerramos el círculo, ahora había que ponerse manos a la obra. Y tras dos años de duro trabajo, la foto anterior se transformó en la que sigue. Sí, es la misma zona, aunque pueda parecer imposible.
Decir que las instalaciones proyectadas son obra exclusiva mía, sería injusto con aquellos que estuvieron dibujando y calculando instalaciones. Ahí estaba Raúl González, dibujando con una mano y con la calculadora en la otra, o Jorge López, que tuvo mucho que ver con la fontanería y el diseño inicial de la instalación de protección contra incendios. La siguiente foto muestra un quirófano equipado, donde solo había una zona diáfana adornada con pilares de hormigón. Después de esta foto ya nadie podrá entrar si no es con ropa especial para andar por quirófanos. Motivos, y muchos, tenían para sonreir Raúl y Luis.
El jefe no se conformaba solo con lo que estaba haciendo. Como persona inquieta que no para de idear, se le ocurrió también, por qué no, hacer una gran área de urgencias a nivel de planta baja, en pleno paseo marítimo; teniendo como vecino el mar. Y anduvimos unos ideando, otros proyectando, y otros construyendo e instalando una preciosa , moderna y bien equipada área de urgencias, tan bonita, que estoy seguro que más de un paciente sanará antes de ser atendido, solo por estar sentado en recepción mirando el mar.
No he dicho hasta ahora que se trata de Clínica Ochoa, en Marbella. Tampoco he dicho que “el jefe” es D. Pedro Serrano, y que quien ha estado ahí en todo momento dando las oportunas instrucciones, eligiendo materiales, texturas, acabados, ha sido “la jefa”, Dña. María del Carmen Sánchez, su mujer. Así que eran los que tenían que estar al lado de nuestra alcaldesa en tan señalado momento como es cortar la cinta de inauguración.

Todo un placer y un orgullo haber colaborado en tan grandioso proyecto. Gracias por la oportunidad, jefe.

http://www.youtube.com/watch?v=TKLhoNm9K-Y&feature=fvst

martes, 19 de octubre de 2010

Montejaque y Benaoján en bici

Mi licencia federativa de ciclismo es de cicloturista, así que hoy, fiesta en Marbella, he ejercido de turista sobre mi bicicleta. Siempre conozco el sitio de donde salgo, pero no suelo saber qué camino terminaré por decidirme a coger. Hoy ha sido uno de esos días, tenía pensado coger la carretera de Sevilla para desviarme a Grazalema, pero no, el final ha sido otro.

Pasadas las diez de la mañana cogía la carretera que va de Ronda a Sevilla, con una suave bajada durante algunos kilómetros, con la garganta helada de frío, que no me duraría mucho, ya que pronto empezó la carretera a ponerse cuesta arriba de forma continua. El paisaje que iba encontrando era bien hermoso y terminé por apearme un momento para sacar una foto.

Seguí recto, y en un momento dado me encontré con un cartel indicador de desvío hacia Montejaque y Benaoján. No lo pensé dos veces, miré hacia la izquierda y adiviné una carretera comarcal de ensueño, de esas que tanto me gustan y de las que tan poco he podido disfrutar. Así que cogí un solo carril estrecho entre encinas, subiendo durante dos kilómetros disfrutando de las vistas y padeciendo la pendiente que no bajaba del siete por ciento, llegando hasta el nueve para castigo de mis piernas. Y es que como decía aquel anuncio de agua mineral –no pesan los años, pesan los kilos- y yo de esto último tengo unos pocos de más. Una vez arriba, la cosa cambió con una bajada muy agradecida.
Claro que después de bajar, siempre toca subir, pero en esta ocasión solo se trataba de un trecho de menos de un kilómetro.

De nuevo descender dejando a la derecha como un desfiladero en el que pude ver una pequeña presa ya en desuso.


Más bajada, ya iba quedando poco de esos siete kilómetros que ponía en el desvío hacia Montejaque.

Al final ya pude adivinar el pueblo de donde era originaria mi abuela paterna, solo había que continuar bajando.
Pasé por el pueblo y cogí la carretera que me llevaría a Benaoján en muy poco tiempo, ya que solo dos kilómetros los separan.

Al llegar divisé una fuente, entonces decidí parar para llenar el bidón de agua. Aquí vino el pequeño contratiempo de la jornada; no podía sacar el pie izquierdo del pedal, la cala se giraba y no salía, y es el pie que siempre pongo primero para bajarme, así que no ha habido más remedio que sacar el derecho y apoyarme sobre un coche aparcado para ver qué sucedía. Un tornillo de la cala se había soltado por el camino y ésta estaba casi suelta de la zapatilla. Después de maniobrar de todas las formas posibles con el pie, conseguí sacar la zapatilla del pedal. Apreté el único tornillo que le quedaba y me fui directo hacia un taller que estaba cercano. El chaval se portó bien, me buscó un tornillo al que tuvo que cortarle un trozo de la parte de la rosca. Sirvió el arreglo lo suficiente como para poder continuar con ciertas garantías de seguridad. Saliendo del pueblo, ya camino de la carretera de Sevilla para volver a Ronda, encontré una vista muy bonita del pueblo, desde el Sur.

Y casi desde el mismo sitio, aproveché para sacar una foto de la estación, mientras pasaba un tren, paralelo al río Guadiaro.
Ahora empezaba un calvario desconocido para mí. Me esperaban nueve kilómetros de toboganes con subidas duras de hasta el nueve por ciento. Los últimos dos kilómetros son un castigo permanente para las piernas, ya tenía calambres en los muslos y la pendiente no bajaba del siete por ciento. De nuevo me había deshidratado, para no perder la costumbre. Llegué al cruce tan deseado, ya solo quedaban unos tres kilómetros más hasta Ronda, con pendientes del dos y tres por ciento, nada en comparación con lo que ya llevaba encima.

Al final llegué al destino, con los muslos acalambrados, pero nada que no se quitase con una buena ducha caliente. La aventura ha salido por algo más de 42 Km, una mañana muy entretenida y un puñado de fotos hechas por mí, ideándomelas para salir hasta pedaleando. El ciclocomputador indicaba que se había subido alguna rampa al once por ciento, con razón …

Será que me habré hecho mayor …

sábado, 16 de octubre de 2010

Como dos gotas de agua

Expresión que usamos para querer decir que dos son exactamente iguales, pero ya vemos que no, aún en el caso de dos gotas de agua.

Dos personas pueden parecerse mucho, al igual que dos gotas, pero una de ellas estar más ¿evolucionada? en el tiempo, por edad, por vivencias o por el motivo que sea, y estar a punto de caer del lugar donde ha estado sustentada durante tiempo.

Una gota ha caído, ¿habrá que esperar a que la otra gota caiga y también cambie de forma y lugar?

Dos gotas de agua que en el mar ...

domingo, 10 de octubre de 2010

El joven fotógrafo





Normalmente papá y mamá intentan inculcar a sus hijos lo que les gusta, para así poder compartir las cosas que les divierte.

En nuestro caso, mamá transmite su amor por los animales y la pintura, para la que tiene una habilidad inusual; papá, su afición a hacer música con cuanto pueda sonar, y la necesidad de tomar fotografías de todo lo que le parece interesante.

Mi hija puede pintar, componer, tocar una guitarra y cantar, tan bien como ella quiera; solo habría que darle una oportunidad para vivir de éso, ese empujón que todo artista necesita.

Mi hijo tiene el gran don de ver lo que otros no, y encima sabe captar con una máquina de fotos, todo aquello que le llama la atención. La entrada de esta semana en mi blog quiero dedicarla a mostrar algunas fotos recientes hechas por él. Lo he fotografiado concentrado, con una cámara réflex en la mano, en plena tarea de concentración.

La vida da muchos giros, a derecha y a izquierda, pero siempre hay un vínculo que mantiene inevitablemente unidas a dos personas.

Never say goodbye