domingo, 19 de junio de 2011

De visita ciclista

Ayer le pregunté a mi colega Miguel Ángel por alguna ruta interesante en bicicleta, para pasar la mañana dándole a los pedales y a la cámara de fotos. Me recomendó una circular saliendo de Ronda camino de Benaoján, subida a la cueva de la Pileta, bajada a la estación de Jimera de Líbar, paso por el pueblo, Atajate, Puerto de Encinas Borrachas y de vuelta a Ronda. Aquí lo tenéis reflejado sobre una de las fotos que he tomado.

Hasta la llegada al puente sobre el río Guadiaro, se va disfrutando del paisaje, en plato grande aunque haya algún repecho de hasta el 8 por ciento.

Ahora empieza lo bueno: la subida al pueblo de Benaoján, que lo dejaré a la izquierda. Ya hay que cambiar de plato y subir coronas.

A la salida del pueblo se coge la carretera a Montejaque, para desviarnos a la izquierda y subir sin parar hasta el primer mirador del día, en este caso, el de Benaoján. Empieza a apretar el calor de verdad.

Ya prácticamente estoy en la cueva de la Pileta, ha sido duro pero no tanto como pensaba mientras subía el primer kilómetro desde el desvío. Esta es la zona de entrada a tan bonita cueva, que quiero visitar la próxima vez, pero sin bici.

Una buena bajada, exigente, por carretera estrecha, hasta la estación de Jimera de Líbar. A partir de aquí empezaría una subida sin descanso durante más kilómetros de los que yo había planificado en principio. Un buen tramo y llegamos al pueblo, soleado, como todos los de la sierra.

Ya no me queda ni una gota de líquido en el bidón, así que le pregunto a la única persona que me encuentro por el camino, por alguna fuente. Me indica que al pasar la curva me encontraré una. No me esperaba una como ésta, antigua, con su historia y todo.

Lo mejor han sido sus caños con un agua fría y pura, que sabía a gloria bendita. Me he despachado a gusto y he llenado el bidón con la esperanza de que se mantuviera bebible hasta el próximo avituallamiento, que por cierto no sabía ni cuándo ni cuál sería.

Hay que seguir subiendo sin descanso hasta el siguiente pueblo, que es Atajate. No conozco la zona, ni sé cuánto me queda, pero sí sé ahora que no hay ni un solo descanso en al menos seis kilómetros que no bajan del 6 por ciento, con algunos tramos al 7. Me mata tanto calor. En una de las revueltas veo parte de la carretera que acabo de subir. Impresiona, de verdad.

Consigo llegar a Atajate, me siento en el primer bar que hay al entrar en el pueblo, me pido una bebida bien fría y solicito el favor de que me llenen el bidón, que a estas alturas ya se había agotado de nuevo. Le pregunto a unos mozos, que andaban por allí, que cuánto me quedaba para Ronda, me contestan que ellos echan en coche unos veinte minutos, pero que me quedan todavía unos pocos de kilómetros de subida. Me da la risa. Estoy en la carretera que baja de Ronda a Algeciras. Eso sí, al salir del pueblo y después de subir un buen trecho, me encuentro con el Mirador de Atajate y saco esta panorámica.

Me propongo ir subiendo de mirador en mirador, sin descanso, aunque el ciclocomputador me está indicando ahora mismo una temperatura de 46,4ºC. Supongo que será por el calor del sol y del asfalto sobre el aparato. A mí me está ardiendo ya la cabeza. El siguiente: Mirador de Cañada Honda. Me quito el casco, bebo, me pongo medio minuto a la sombra y no me molesto ni en encuadrar en condiciones la foto.

A por el siguiente, el Mirador del Fraile. Leo la historia en un momento y arranco de nuevo antes de que las piernas se aflojen. Aún queda cuesta por subir. La carretera es muy pesada, ancha, con la vista puesta en los tramos largos que se ven, que parecen ser suaves, pero que engañan, porque no bajan del 6 por ciento ni a la de tres.

Vaya, un tramo cuesta abajo. Pero si aún no he llegado al puerto, esto tiene que ser ya un espejismo, pero no, es una trastada, porque claro, hay que volver a subir hasta coronar el puerto de Encinas Borrachas.

Me he vuelto a quedar sin agua, todavía me quedan unos diez kilómetros hasta Ronda, más otros tres para llegar hasta la casa, bordeando por la circunvalación. Ya paso de todo a estas alturas, meto plato grande y no lo cambio ni para los repechos del 4 por ciento. Lo que quiero es llegar. Por fin el Mirador del Pino, con el pueblo de Ronda al fondo. Qué bien. El pino no sale en la foto, porque el de turno había parado el coche justo debajo. En fin ...

Y cinco horas después de salir por la mañana, llego de vuelta más que contento. Una ducha, un par de platos de estofado de ternera, con sus tres cervezas para hidratar y reponer. A lo tonto me he metido 57 Km en las piernas y he hecho unas pocas de fotos. Algunos me preguntan que cómo me puedo meter estas palizas con la barriga cervecera que tengo; siempre les respondo que subo los puertos con las piernas, no con la barriga, y que, gracias a Dios, tengo un corazón muy sano. Y es que el que tuvo, retuvo para la vejez. Ahí queda éso.

El amor es más fuerte que el orgullo ...

1 comentario:

  1. Con amigos como el tuyo para que quieres enemigos. O tal vez es que te sobre estima y te ve con muy buenos ojos.
    ¡Que un día de estos te da un jamacuco por esos caminos y se acaba la historia!
    Menos mal que tu ángel de la guarda, en forma de cámara de fotos, te va haciendo parar de vez en cuando.
    Un abrazo, campeón.

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