miércoles, 5 de septiembre de 2012

Un rato de camping

Fin de semana corto de camping, por mi cumpleaños, a finales de agosto. En tiempos pasados usábamos bungalows, este año nos prestaba Miguel Ángel una tienda para los tres que íbamos de familia. Una aventura para Javi, que nunca antes había dormido en una tienda de campaña, usando el saco de dormir.

Salimos un viernes por la tarde y llegamos ya empezando a asomar la noche, con la luna enredada.


Solo llegar, cogemos la parcela de al lado de nuestros amigos y nos disponemos a montar la tienda. Solo echar la base al suelo, sospecho que de tres plazas, nada de nada, ahí caben dos, como así fue. Aquí Javi atiende a una de las vecinas.


Como lo de dormir viendo las estrellas es algo que me encanta, monté mi campamento al lado de la tienda, donde pasaría una noche de observación del cielo estrellado, más tiempo despierto del que hubiese deseado, ya que los años van pasando y se va volviendo uno más comodón.


Resulta obvio que desperté bien temprano, como para irme a disfrutar de los alrededores.


A esto se le llama levantarse con los pelos de punta, eso sí, de buen humor ante la magnífica jornada que se avecinaba.


Las vistas sobre el pantano de Güéjar Sierra son impresionantes, a pesar del bajo nivel de agua que hay por estas fechas.


Antes de esta escena, nos habíamos dado un buen baño en las frescas aguas de la piscina, del cual daré buena cuenta en una próxima entrada acompañada de fotos acuáticas.


La tarde acompañaba para disfrutar sobre el césped.


Hay gente previsora, como mi hijo, que por si acaso se llevó sus propios medios para ver sus programas favoritos. No sabía yo que un MP5 diera tanto juego.


Hubo tiempo para todo, incluso para juguetear con el pelo de mamá.


Vaya estampa, esto es lo que se llama relax.


Aunque siempre no es lo mismo para todos. Había quien quería leer y lo tenía difícil teniendo a una cachorrilla encima.


Entretenido juego de cartas, al menos da la impresión viendo ésto.


Todos disfrutamos del paisaje que teníamos delante.


Por encima de mil metros, con un aire más puro, solo el sonido del viento en las ramas, un libro puede convertirse en el mejor de los aliados.


De aquí a la eternidad, de Javier Álvarez ... http://www.youtube.com/watch?v=2hZcSmAdw10&feature=related

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