domingo, 10 de febrero de 2013

Homenaje al sensei Gustavo Reque

Hace algún tiempo que Bauti le venía dando vueltas al asunto: teníamos que darle un homenaje como agradecimiento a tantos años dedicados a enseñarnos el camino, el Do, a nuestro sensei Gustavo Adolfo Reque Cereijo, cinturón negro 7º dan de kárate por la R.F.E.K. En lo que a mí respecta, empecé a recibir sus enseñanzas hace 28 años; hoy día, aparte de ser amigos y haber compartido buenos momentos, tanto deportivos, como artísticos, ya que es un buen guitarrista y hemos tocado juntos en algunas ocasiones, además de buen fotógrafo; sigo escuchando sus buenos consejos para emplear dentro del dojo como karateka, y fuera de él, como persona.

Este pasado viernes, entró en nuestra clase de veteranos, donde todos estábamos en seiza, y él se disponía a empezar a hablar, cuando se le interrumpió y se le dijo que él no iba a dar clase ese día y que tomábamos nosotros las riendas. Fue entonces cuando se quedó mirando para el lugar de los sempais, donde advirtió que estaba toda la cúpula del Zen.


Aquí ya empezaron las risas de complicidad entre sus alumnos, que sabíamos perfectamente lo que iba a ocurrir.


Se levantó Bauti, uno de los más antiguos alumnos y que también fue hace unos años profesor en el Dojo, e hizo entrega del primero de los regalos.


Sensei, sorprendido, miraba a los sempais.


Qué mejor regalo que una katana para un maestro de artes marciales.


El segundo obsequio lo entregaría Jaime Boch, también de los primeros alumnos del Zen a la par que profesor de los jóvenes, la persona con la que yo entablé conversación la primera vez que bajé las escaleras al Dojo y a la que no le hizo falta mucho para convencerme de probar a hacer kárate. Acababa de terminar la universidad y empezaba a trabajar, así que quise llevar a cabo una de mis ilusiones de siempre: practicar artes marciales.


Para que nos recuerde cada día, se le entregó una foto con casi todos los cinturones negros del Zen, y digo casi todos, porque algunos no pudieron asistir por diversos motivos el día de la foto, que por cierto nos la hicimos un sábado por la tarde para que sensei no se enterara de nada.


Kike acabó de distribuir el último de los obsequios. Fue el elegido para ir llevando los diferentes regalos a los tres alumnos más veteranos que allí se encontraban. A mí se me encomendó lo que os podéis imaginar: hacer las fotos del evento.


La persona que haría la tercera ofrenda fue quien me enseñó a atarme el obi, eterno cinturón marrón, grado que ya ostentaba cuando aparecí yo por allí la primera vez sin ser ni tan siquiera cinturón blanco, pero que es uno de los karatekas más emblemáticos del Zen. Hablo de Juan Antonio Manzanares.


Sensei ya no podía más de emoción.


La cúpula empezó lo que sería una ronda completa de agradecimientos.


Hasta el compañero Bernard Fay apareció, directamente desde el aeropuerto, ya que volvía de un viaje de trabajo, y por eso no se pudo vestir de karateka, aunque sí asistir desde la sala de entrenamiento, al evento.


Sensei estaba ya pletórico de felicidad.


El evento estuvo lleno de emociones, sonrisas y lágrimas.


El amigo Manzanares venía preparado con un bonito discurso, dejando a todos sumidos en el más profundo de los respetos.



Hasta estuvo presente un antiguo alumno, José Ogalla, que quiso decir unas palabras en momentos tan señalados.


Magnífica vista la que presentaba el dojo,


Y para terminar, la foto final, que no la pude hacer yo, porque obviamente tenía que salir en ella y estaba por allí quien podía hacerla.


Uno de los cantantes al que más he oído interpretar al sensei, es Joaquín Sabina, así que la canción de hoy será de este maestro de letras tan cercanas.


1 comentario:

  1. Es muy grande la energia que transmite tu maravillosa sonrisa enmarcada en ese rostro exótico. Acompañada de esos ojos que parecen llegados de una escena de ojos de misterio que observan tras una frondosa planta.Enhorabuena por ser así

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