martes, 22 de octubre de 2013

La berrea en los Llanos de Líbar

Una más que recomendable actividad organizada por Turismo de Montejaque, en la que se convive desde el mediodía del sábado al del domingo, con gente amante del campo, y en la que se hace una buena marcha de 10 km a la ida y otros tantos a la vuelta desde Montejaque, en la provincia de Málaga.

El primer sábado de octubre nos dirigimos en coche a la oficina de Turismo de Montejaque, donde habíamos quedado con María y Juan para empezar la excursión al cortijo de Líbar. Un paseo de 10 km que compartiría de principio a fin con mi hijo.

Solo salir del pueblo nos recibieron los buitres desde las alturas. En esta ocasión sí que iba preparado con un teleobjetivo para acercarlos a mi cámara.


Después de una buena subida inicial, pasamos a la llanura de la dehesa, haciendo eses en el acompañamiento al camino.


Mi compañero iba gozando de algún que otro descanso.


Pronto empieza el bosque y se va animando la ruta.


Al que le guste los animales, disfrutará de lo lindo.


Y llegamos a la famosa encina hueca, donde a la vuelta anidarían más de uno.


Una piara de cerdos. ¿Qué tendría el suelo, para hasta lamerlo?


Íbamos los últimos, el padre y el hijo, se nos iba yendo la tarde.


Un espejo en el camino.


La dehesa se iba transformando con la oscuridad.


Y llegamos al cortijo. Javi hasta salió corriendo.


De noche salimos a escuchar la berrera. No hubo suerte en mi caso, en esa tema, pero sí que aproveché para hacer fotos nocturnas.


La parte posterior del cortijo, donde dormiríamos en literas. La mía era tan alta que para subirme o bajar, tenía que trepar por ella.


Bajo un gran nogal en el centro del patio, a la luz de las lámparas de gas.


Llegaba la hora de la tan esperada cena: estofado de venado, riquísimo, cocinado por Juan y María, de la Oficina de Turismo de Montejaque. Maite se puso a remover solo un momento, para la foto, como las famosas de las revistas, jeje.


Después de una noche con pocas horas de sueño, nos levantamos antes del amanecer para subir a Mojón alto, desde donde divisaríamos una gran superficie de tierras y montañas, incluso el camino que lleva al cortijo.


Y empezó a amanecer.


Comenzamos el descenso en busca del desayuno.


Hay que tener cuidado en algunos tramos porque las pequeñas rocas están sueltas.


Hubo medalla para los que hacían la ruta por primera vez, como Javi, que completaría a la vuelta las dos decenas de kilómetros del recorrido completo.


Después de un copioso desayuno, dejamos el cortijo dirección Montejaque.


Madre e hijo atravesando la verja que llevaría al camino.


El paisaje tiene distinta luz de la mañana a la tarde.


Aquí sí que hubo sorpresa, los dos saliendo del nido.



La curiosidad del potrillo hizo que posara así de bien para la cámara.


A la vuelta ya daba igual que el ganado estuviera dentro o fuera de las alambradas.


Detrás de Maite se ve parte del camino recorrido.


Cada uno por su lado.


Una piedra en el camino ...


Esta farola está a la entrada del pueblo, desde el camino por el que venimos, claro. Me llamó la atención que se use un antiguo apoyo de madera, algo que pega bastante con el entorno.


La primera calle. Me encanta. Bajando llegaríamos a la plaza principal del pueblo, luego iríamos al bar La Cuesta, donde ponen unas tapas buenísimas a muy buen precio. Nos pudimos despedir de Juan y de María hasta la siguiente, que espero sea pronto.




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