jueves, 3 de octubre de 2013

La Nocturna de Montejaque, hecha de día


La Nocturna de Montejaque es una bonita prueba que se celebra en junio, y que este año no pude terminar por una desafortunada lesión mientras la hacía. La oficina de Turismo de Montejaque organiza una marcha de día con el mismo recorrido, solo que acortándolo unos 10 km, pero manteniendo el mismo desnivel. No hay avituallamientos por el camino, como en la prueba, ya que es una marcha no competitiva, pero sí una copiosa comida en el Cortijo de Libar.

Como la cita era a las nueve de la mañana en la puerta de la oficina de turismo, decidimos hacer noche cerca de allí, en La Venta de La Vega, subiendo el viernes ya casi entrada la noche. Mientras cenábamos a la entrada de Ronda, cayó una buena tormenta.


Ya nos mojamos un poco mientras sacábamos las cosas del coche, mientras pensábamos que con ese tiempo, la excursión iba a estar la mar de divertida. Durmiendo lo que se pudo, sonaba el despertador poco después de las siete de la mañana. Empezaba a amanecer.


Como siempre que se va a hacer deporte durante muchas horas, un buen desayuno es fundamental.


Llegamos con tiempo suficiente como para aparcar bien y dirigirnos al punto de encuentro.


Fueron muchos los que faltaron, por temor a las lluvias anunciadas. La salida del pueblo se hizo por otra parte a la prevista, ya que esta última estaba en malas condiciones por la lluvia caída. Entonces atravesamos el pueblo, pasando por su bonita plaza.


El recorrido por el pueblo, hasta salir de él, es algo que me encanta, por esas calles estrechas.


El primer tramo es una subida continua sin descanso, donde los músculos van tomando temperatura como si se tratara de los neumáticos de un coche de carreras.


Una vez arriba pasamos a la otra ladera.


Y llegó lo que tanto se temía y se veía venir: la lluvia.


Ya llevábamos un rato andando bajo el agua y apetecía un bocado de algo para coger fuerza.


Tal y como indica el letrero, por ahí se puede ir a Grazalema.


Llegamos al llano.


El terreno ya estaba bien encharcado.


Íbamos llegando al km 10 arrastrando una buena cantidad de barro con el calzado.


Simpática estampa, con el cartel y los excursionistas tras él.


Se continuó por otro llano.


Los animales están acostumbrados al paso de personas, y solo nos miran tranquilamente, dejándose fotografiar así tal cual.


Reagrupamiento en el que algunos aprovechan para estirar, otros para tomar un bocado, y hasta hay quien se echa un cigarrito.


Un momento muy simpático, con unos cerditos comiendo de la mano de Maite.


El sol quiso saludar, pero solo fue un momento.


Buitres pudimos ver todos los que quisimos y más. Una pena no llevar un teleobjetivo en esta ocasión.


Y llegamos al pie del puerto emblemático de la prueba deportiva: el Puerto del Correo.


Una subida muy interesante, pasando al otro lado de la montaña, encontrando primero un precioso bosque.


El cartel anunciador de que estamos ya al lado del Cortijo de Libar. Han pasado unos 21 Km desde que saliéramos de Montejaque.


Maite y otra compañera en la puerta del comedor.


La tan esperada fideuá, buenísima, por cierto.


El vino corrió a cargo de uno de los compañeros de excursión, que tuvo la brillante idea de echar una bota llena de buen caldo.


¡Qué reconforta una buena chimenea!


Unas pocas de nueces recogidas, y ya preparados para continuar los aproximadamente 10 km que nos quedaba para llegar al pueblo.


El resto del camino sigue siendo muy bonito.


Ya sentadas a la entrada del pueblo, esperando a que todos llegásemos para bajar juntos a la plaza.


Bajando por una de las preciosas calles. Habían pasado unas dos horas desde que salimos del cortijo.


Y una foto de grupo, en la que no están todos, ya que algunos habían pillado sitio en el bar de la plaza.



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