jueves, 13 de agosto de 2015

Río Verde

No siempre apetece bañarse en el mar, igual hay días en los que el agua fresca y limpia de un río te llama. Río Verde me llamó el sábado por la tarde, cuando el sol iba en declive. Nos montamos en el coche y nos dirigimos a Istán, que dejaríamos atrás para bajar al río. Justo a pie de camino nos daríamos el baño, entre aguas todavía bravas para la época en la que estamos.


A esas horas vuelven algunos del campo, de trabajar un rato, aprovechando el paso por el río para dar de beber a los animales.


Yo aproveché para adentrarme río arriba, encajado entre la vegetación y el agua.


Descalzo sobre las piedras tienes el mejor de los masajes.


Libélulas y caballitos del diablo no paran de un lado a otro, teniendo que aprovechar el breve instante en que se posan para poder fotografiarlos.


Cualquier tronco, piedra o raíz hace cambiar la velocidad del agua que busca tierras más bajas.


Puedes ver a alguna araña sobre su tela, a la espera de que alguno de los muchos individuos que pululan por las cercanías, se enreden.


Una vez colmadas las ansias de agua dulce y fresca, no hay nada mejor que tomar unas tapas en la plaza del pueblo cercano, Istán.


Fuente y lavadero, conjunción de diferentes funciones con un elemento común: el agua.


Chorros de agua fresca, sea la estación que sea.


Y seguimos, across the universe.

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