sábado, 19 de marzo de 2016

Cañón de Las Buitreras

Hace un par de sábados que estuvimos de excursión con un grupo de amantes de la sierra, organizada por Mari Montes. Partimos desde la estación de Cortes de la Frontera y llegaríamos andando por la sierra hasta la de Gaucín.


Habíamos quedado a las nueve de la mañana en un bar de Benaoján. Nosotros llegamos con tiempo suficiente para tomar lo que ya se ha convertido en algo tradicional cada vez que vamos allí. Después, a la estación de Cortes.


Todo el recorrido discurriría paralelo al río Guadiaro.


Una iglesia con una bonita historia del obispo Ángel Herrera Oria.


El principio, entre árboles y campos verdes, por una estrecha carretera de escaso tráfico rodado.


Atravesamos el río por primera vez.


Carlos y Mari. El primero era nuestro guía; biólogo, especializado en Zoología, lo sabía todo sobre la historia del lugar.


Los paisajes son increíbles.


La ruta forma parte de la GR 141.


El más joven del grupo. Es un gran marchador, pero aún no lo sabe. Capaz de hacer 20 Km sin ningún problema. En esta ocasión, solo serían 14 los que tuvimos que andar.


Este tipo de ganado es autóctono. Sirve como carne, pero no son vacas lecheras.


Yolanda y Mari.


Nos juntamos un grupo muy interesante.


No hubo un momento de descanso para la belleza.


Y llegamos a una casa de piedra.


Una parejita joven prefirió llegar al lugar en coche.


Un tramo algo más delicado, para bajar al puente de los alemanes.


Javier bajó con una facilidad enorme.


Este pasaje, en la roca, angosto y bajo, recordaba a alguna de las películas de Indiana Jones.


Mari nos indicaba la salida, en L.


Los buitres no tenían ganas de volar, debido al viento que había en la zona. Pudimos observar a dos de ellos en sus correspondientes nidos.


La foto karateka, de obligado cumplimiento. Esta vez elegí Shuto Uke en Kokutsudachi, arriesgando en la altura.


La salida del cañón al otro lado, un paso más que angosto, a la par que bello.


Y llegamos a lo que llaman el noveno ojo, donde hay situado un puente colgante.


Maite y Mari, dos chavalas saltando.


Después, María y Yolanda quisieron imitar el salto.



Desde ahí, ya iba quedando poco para la estación de Gaucín. En El Colmenar tomamos unas raciones de carrillada con patatas fritas, extraordinarias, en un bar cercano a la estación.


Madre e hijo en el trayecto de seis minutos, que nos volvería al origen de tan magnífica excursión.


Ya de regreso a Marbella, descubrimos el ojo que todo lo ve.


Love me like you do ...

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