Dicen que los Virgo le damos mil vueltas a las cosas con tal de encontrar la perfección, esa que nunca se alcanza. Yo improviso cada día de mi vida, así que me levanté una mañana, hace poco, y le dije a mi mujer: -Gordi, ¿tú no querías conocer Cádiz? Pues este fin de semana nos vamos, ahorita mismo llamo a Gema y le digo que nos busque un buen hotel en el centro; mañana hacemos las maletas y, pa´llá.- A mi morena no hay que insistirle ni lo más mínimo para irnos de viaje, nos hemos juntado dos buenos para coger calle.
Cogimos el coche y solo paramos para almorzar en una venta que hay en la autovía a la altura de Alcalá de los Gazules, prácticamente al lado de la ermita Nuestra Señora de los Santos. No tardamos mucho en llegar al centro de Cádiz, disfrutando del paisaje por el camino. El hotel, de ciudad, no muy grande, pero bien cuidado y no barato, imagino que por su privilegiada ubicación. Nada más dejar las cosas en la habitación, subimos a la cubierta, donde se encuentra un solárium y una piscina. Desde arriba hicimos alguna foto que otra; por supuesto que la mulata clara se robó el show, que traducido al español sería "se llevó el protagonismo".
A pesar de este magnífico cielo azul, nada más salir a la calle y llevar andado unos cien metros, empezó a llover con intensidad, teniendo que refugiarnos bajo unas sombrillas de la terraza de un bar.
La lluvia duró solo unos pocos minutos, luego buscamos con mucha ilusión lo que se asemeja al malecón habanero, que en Cádiz es la Avenida Campo del Sur.
El lugar invita a dar un buen paseo, ya sea a pie, en bicicleta, patinete o con las mascotas.
Y andando y andando llegamos a la Puerta de la Caleta.
Desde aquí se tiene una vista completa de la playa de La Caleta.
Momento pose de Zenia.
Aún está la marea baja y se puede ver el fondo que en pocas horas quedará sumergido.
Acaban de pasar la entrada al castillo de San Sebastián.
El lugar invita a pasear con tu amor, todo es tan emotivo.
Las fachadas de las dependencias están bien mantenidas, con ese aire medievo.
Con el océano tan cerca, ese que comunica España con Cuba, dan ganas de volar para visitar a esa familia que allí tenemos.
Son pasadas las nueve, hay que iniciar la vuelta para buscar un sitio donde cenar.
Esta fachada es preciosa. La verdad es que merece la pena conocer esta parte de Cádiz.
La puesta de sol vista desde el Paseo Fernando Quiñones. Es todo un espectáculo, con la marea ya subiendo.
Son casi las diez de la noche, hora de buscar un lugar para cenar, antes de volver al hotel.
He pensado que esta canción es la indicada para esta entrada.