lunes, 26 de abril de 2010

Había que visitar el río

El empeño de mi campeón era visitar de nuevo el puente de madera, parando en el embarcadero del Marbella Club y el espigón de la playa de la Bajadilla. Solo pudo ser posible lo primero, ya que la hora no nos permitió emplear más tiempo antes de que anocheciera. Pese al viento, eran muchos los que decidieron darse una vuelta por el paseo marítimo, haciendo difícil de nuevo circular en bicicleta hasta donde comienza la zona del albero. El campeón iba pasando a buen ritmo por los pequeños puentes hechos para salvar el cauce de algún torrente.

Llegando a la zona próxima donde se termina el paseo, está el tramo de arena en el que algunos tienen que bajarse de la bicicleta para no caer, andando como unos diez metros hasta un desvío que nos llevará por una calzada hasta el nuevo puente.
Solo quedan unos doscientos metros para atravesar el nuevo puente de madera, por donde circulan tanto los ciclistas como los peatones, en perfecta armonía.
Yo aproveché que el campeón había ya bajado para darle mi cámara de fotos y que pudiera dar constancia de que papá también iba en la bici.
Como no podía ser de otra forma, Javi tenía que beber, con la consiguiente foto, que hubo que repetirla hasta conseguir la imagen deseada. Tanto fue así, que hasta se atragantó.
Todo el empeño del niño era bajar al río para hacerse unas fotos. Por más que intenté explicarle que era un poco pesado andar por la arena con la bici en la mano, tuve que acceder, no había otra forma de que se diera cuenta, aunque haciendo caso del conocido refrán –sarna con gusto, no pica- llegamos hasta la misma orilla de Río Verde.
Tocó tirar de la bici cuesta arriba por la arena, ejercicio adicional que sirve para ejercitar brazos y tronco.
La vuelta fue un poco estresante, con el mozo queriendo parar en el embarcadero del Marbella Club, y el padre negándose dado que aún tenían que llegar a casa y hacer un montón de cosas, y las farolas ya estaban encendidas. En un momento dado le perdí, pasando un mal rato, ya que lo llevaba pegado atrás y se ve que en uno de mis giros para controlarlo, me adelantó sin que yo lo viera, perdiéndolo de vista en medio de la gente. Me di la vuelta hasta el embarcadero de nuevo, no estaba allí, comencé a darle rápido a los pedales hacia delante, tampoco lo veía, hasta que al final me encontré a un amigo que venía de frente corriendo y me dijo que le había visto ya por Da Bruno. Hasta allí llegué y le vi que me andaba buscando. Qué susto. Terminamos bien una nueva aventura, habiendo aprendido el niño que cuando se sale de paseo con alguien es para estar juntos, no para echar carreras cada uno por su lado.
Qué es el arco iris si no un puente de colores.

2 comentarios:

  1. Buen susto si señor. Lo de qué estarías mirando cuando te adelantó prefiero no comentarlo...
    También el papá debe reconocer que finalmente meereció la pena bajar al río ya que la foto desde la arena, con el puente y La Concha es bien bonita.

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  2. Tienes un modelo buen modelo, muy natural. Bonito reportaje.

    Un abrazo

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