sábado, 3 de julio de 2010

Subida a La Concha. Capítulo II

Nos habíamos quedado preparando la cama al final del capítulo anterior. Ahora contaré cómo pasamos la noche. Pues bueno, una vez que ya hemos llegado todos y conocida la noticia de la sabia retirada del sempai Gustavo al no encontrarse en las condiciones óptimas ese día para la subida dura, reponemos fuerzas, cada uno ubicado en su sitio favorito. Para entonces ya tenemos colocada la bandera de España en su lugar, cual regimiento de karatekas.

Empieza a prepararse el bar más alto de la Costa del Sol, que en su primera ubicación, antes de que se haga noche completa, está en la zona Este de la cima, con vistas tremendas sobre la ciudad. Vamos haciendo acopio de mojito, güisqui, hielo picado, hierbabuena, limón, frutos secos, en fin, lo que cada uno haya querido subir este año para pasar un buen rato.

Está llegando uno de los momentos más esperados de cada subida, cuando comienza el ocaso, que en la cima de las montañas y en especial en ésta, es impresionante.

El atardecer es algo que solo se puede entender mirando al horizonte, como este sempai, que mira hacia una costa que le lleva a Gibraltar.

Los demás no tuvimos una despedida del día tan bonita como la de los compañeros Rosa y Miguel Ángel. La situación propiciaba estas muestras de enamoramiento del matrimonio.

Chacón no quería olvidar tan bonita puesta de sol, así que decidió subirse a la mejor zona, al filo del precipicio, para grabarla completa.

No acabábamos casi de despedir al sol, cuando una luna llena salía por el Este, dejando una bonita estela de color sobre el mar, al mismo tiempo que la ciudad se iba preparando para recibir a la noche. Ya se había producido la tradicional tanda de intercambio de destellos de luz con linternas entre la cima y la costa.

Cuando se cierra la noche, se abre el bar chill out, más centrado y protegido. El sempai Adolfo, después de la paliza que supone subir por la parte dura pendiente de los rezagados y del estado de salud de los valientes montañeros karatekas, decide despedirse de los más juerguistas para meterse en el saco. Este año echábamos especialmente en falta al colega Arturo, que tenía que cumplir con las labores de padre y estaba de celebración de cumpleaños del menor de sus dos hijos, Arturo jr.

Había hasta equipo de música, increíble pero cierto. Chacón triunfó con todo lo que se llevó, bueno, el licor de pera no había quien lo pidiera. Hasta velita había para animar el ambiente.

No os dejéis llevar por la carita de buenos de los elementos éstos de la foto. Tienen una guasa que no veas. Los chistes se sucedían uno tras otro, Chacón estaba sembrao después de unos vasitos de Coca Cola mezclada con otras cosillas que llevan eso que se usa para curar, a saber, alcohol. Mi primo Antonio Jesús tampoco se quedaba atrás en la juerga. Aquí vendría bien ahora la canción aquella de Serrat, “las malas compañías”.

A las once estaba servidor metido en el saco, pero me dieron las dos de la mañana llorando de risa nada más que de escuchar a los del bar, que no había forma de que callaran y quitaran la radio. La madre que los parió. No se puede tener mejor compañía. Ya que no podía dormirme, me entretuve haciendo alguna foto, sin levantarme, apoyando la cámara en el suelo, previo ajuste de los parámetros adecuados, claro. Estas eran las vistas desde mi apartamento.

A las cuatro de la mañana pegué un brinco del saco. Me estaba pegando una luz en plena cara y creí que eran los del bar deslumbrándome con alguna linterna. No eran ellos, no, había un silencio absoluto, con algún ruido de fondo de vez en cuando producido por los ronquidos de algún compañero. La luna se había situado justo enfrente de mí y me pegaba directamente en la cara. Poco después cogía de nuevo el sueño ligero, el único que consigo prender cuando subo allí arriba. A las seis y media había que ir pensando en levantarse, aún quedaba luna alejándose por el Oeste.

El capítulo III seguirá con el amanecer, el saludo al sol con el kata Heian Shodan, el camino a La Concha para la entrega de cinturones y el regreso de todos al parador de Juanar.

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