La primera parada era la rotonda que hay al lado del paseo marítimo, bajando Puente Romano. Allí estaban ya algunos recogiendo la cámara con la que habían parado el ocaso. Yo llegaría a tiempo para coger el tono naranja compartido entre Gibraltar y Puerto Banús.
Luego llegaría la hora azul, ya iban subiendo los tiempos de exposición en la cámara e iba subiendo la humedad en mis huesos.
Se iban sucediendo los distintos encuadres a pie de orilla.
Hay un bosque pegado al paseo marítimo, que le da un tono especial al entorno.
El frío me hizo subir al paseo, desde donde sacaría esta preciosa curva iluminada.
La cabeza me juega malas pasadas, da ideas peligrosas para mi salud. Esta vez me decía de subir por la carretera de Istán en busca de alguna foto nocturna. Le hice caso, subí unos cuatro o cinco kilómetros, los necesarios para coger mucho frío en el pecho. El viento era fuerte en la ubicación que busqué.
Las nubes se iban paseando por la cresta de La Concha, y el paso de vehículos durante la exposición le dieron a la foto características mágicas.
Solo en la noche, pero disfrutando precisamente de éso, de la soledad.
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