lunes, 4 de noviembre de 2013

Un puente deportivo

Tres días festivos seguidos, algo que había que aprovechar con el buen tiempo otoñal de Marbella. El primero de ellos empezó con una carrera por el paseo marítimo, con el calor de la mañana ya avanzada. Llegamos hasta el puente de la Vía Verde, es decir, hasta Puente Romano. Allí tuve que beber algo de agua, porque el primer día de noviembre se presentaba caluroso.


No pasó de los tres minutos la breve parada, suficiente para la foto testimonial y la reposición de líquido, cuando dimos la vuelta. Al final salió 1 hora y nueve minutos de carrera suave, suficiente para subir la temperatura corporal como para darse un baño en el mar. Y ya puestos, por qué no un poco de natación para estirar músculos.


El sábado apeteció ciclismo en familia. Salimos padre, madre e hijo a recorrer la parte transitable en bici del paseo marítimo. En esta ocasión sí eché una máquina de fotos para ir haciendo a la vez dos de mis pasiones.


Aunque me siga pareciendo absurdo que se prohíba el paso de bicis por un tramo concreto, obedecimos y rodeamos por encima, para bajar de nuevo a la parte del albero.


El día también lo aprovechaban amantes de la náutica y de la playa.


Sin prisas, pero sin pausas, por un albero que agradecemos pegados al mar.


Pronto pasaríamos el embarcadero del Marbella Club.


Hay respeto en la Vía Verde, se puede conjugar el usuario de a pie con el ciclista.


Arena a un lado, vegetación al otro.


El puente de madera sobre el río Verde, dando paso a Puerto Banús.


Muelle exterior del puerto. No sé muy bien la razón, pero este tramo me regala una sensación de libertad, difícil de explicar.


Foto de conjunto, como para portada de disco.


No hay que olvidarse de hidratarse con el ejercicio.


La lógica prohibición de nadar en la bocana del puerto, por si alguien se despista; aunque no se dice de hacerlo por fuera.


A seguir avanzando hacia Poniente.


Este tramo es el más complicado, ya que no queda mucho espacio para que pase una bicicleta y un peatón al mismo tiempo, pero con cuidado, todo se consigue.


Por cuestiones horarias, dimos la vuelta poco antes de lo previsto. Estaba el mar como para practicar el paddle surf, que poco a poco va encontrando nuevos adeptos.


Ya se le va quedando pequeña la bici al campeón, que sube la cuesta desde la playa, sin echar pie a tierra. Planta de ciclista tiene, desde luego.


Y así pasó el segundo día del puente. El tercero sería de entrenamiento serio de bici de carretera. Aquí ya fui en solitario. Primero hice la subida a Benahavis, cubriendo el tramo desde casa en apenas una hora; se van notando esos kilos de menos.


Bajé y me quedaban fuerzas y muchas ganas de dar pedales, así que decidí subir también a Istán, por una carretera prácticamente solitaria.


A la vuelta, en la bajada, me acompañó un cielo precioso durante todo el camino.


La ruta fue de más de tres horas dándole a los pedales, pero mereció la pena. Parece que aún tengo cuerda para rato.


1 comentario:

  1. Todo un acierto compartir tu tiempo con tu hermosa familia, enhorabuena, las fotografías excelentes.
    Saludos
    Tico

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