miércoles, 5 de marzo de 2014

Trail de Montejaque. Una grata experiencia.


Teníamos la agenda de competiciones completa hasta junio, pero a última hora decidimos asistir al II Trail Villa de Montejaque. Un recorrido de 18 Km con un perfil atractivo. Acordamos irnos la tarde anterior para no tener que madrugar en exceso y llegar algo cansados a la prueba. Los amigos de la oficina de Turismo de allí se encargaron de la difícil tarea de encontrarnos alojamiento y hubo suerte, habían anulado una reserva y podían alquilarnos un apartamento para los tres miembros de la familia que subíamos. Llegamos ya de noche el sábado y nos fuimos en busca de la cena.


Con el restaurante no hubo mucha suerte. Fuimos para tomar pizzas y una vez sentados, con las bebidas puestas y pedida la comanda, nos vino el camarero para decirnos que se les había terminado la pasta. Buscamos alternativa, pero ya andábamos incómodos. La guinda al pastel vino a la hora de pagar, saco mi tarjeta VISA y me dicen que lo lamentan, pero que la máquina se les ha estropeado; ahí ya me mosqueé, porque no había ningún cartel indicándolo y el dinero que habíamos echado estaba destinado para otros pagos que sabíamos que no se podían hacer con tarjeta, conocedores de la cuota que cobra el banco por sacar dinero con la tarjeta en otra entidad.  La comida estaba bien, hay que decirlo en honor de la verdad, pero al personal le hacía falta un módulo de atención acorde con los precios de la carta.

Nos retiramos para preparar las cosas e intentar dormir. Esto último fue misión imposible, nos despertaba constantemente el fuerte viento que hacía esa noche. Así que nos levantamos bien temprano. Aún no sabía ni qué vistas tendría el apartamento, por lo que abrí la persiana, salí a la terraza y me encontré con esta preciosidad llena de paz.


Hacía frío, viento y lloviznaba. Se presentaba un día propicio para una prueba divertida. Había llovido por la noche y la fuente estaba rebosando agua.


Recogimos las bolsas con los dorsales y las camisetas de la prueba, estábamos pletóricos. Ahora a desayunar como tiene que ser: un mollete calentito bien untado, café con leche para Maite y Cola Cao para mí; no hay que experimentar antes de una prueba.

Quisimos estrenar la camiseta que nos regalaba la organización. Cada uno optamos por lo que creíamos que era lo mejor para lo que nos quedaba por delante, y teniendo en cuenta la climatología. Unos estiramientos para no empezar la rampa inicial con los músculos contraídos.


Yo opté por vestimenta tipo guiri total. Durante la carrera aprendería que mejor es mojarse con la lluvia que con el excesivo sudor que produce un chubasquero de este tipo.


Y aquí está el tercero de la familia que participaría en la carrera, pero él ayudando en la organización.


Nos fuimos para la salida y allí nos encontramos con un matrimonio amigo, José Manuel, Regla y Maite harían al final toda la carrera juntos. De paso saludé a la gente que ya voy conociendo desde que nos ha dado por correr y andar por esas sierras.


Está llegando la hora de la salida, hay que poner el reloj en marcha.


No me pongo ya pulsómetro para las pruebas, pero sé que en la salida tengo el corazón acelerado y que se normalizará todo en cuanto empiece a correr. Aquí estábamos ya deseando subir la primera cuesta.


Poco más de 2 km de subir y subir por un camino embarrado.


Pasado el km 3 había un puesto con agua, que la agradecimos después de un primer esfuerzo intenso. A partir de aquí, a correr por todos los sitios posibles para mantener un buen ritmo.



Aprovecharíamos unos km favorables para ir corriendo todo el rato. En el km 6 tomaríamos plátano, naranja y bebidas para seguir con un ritmo vivo. Maite ya se me adelantaría y no la vería hasta mi llegada a meta.


Desde el km 8 al 11 empezaría mi particular calvario subiendo y bajando por zonas enlodadas y con piedras sueltas, lo peor para mis tobillos, yendo con sumo cuidado de no resbalar y pegarle un fuerte tirón a algún músculo o ligamento. Y llegó la parte que no estaba a priori en el guión de la prueba: hubo que cruzar el río que alimenta la presa de Montejaque, que llevaba un caudal nada despreciable.


Yo llegué a esa parte en solitario, así que oí las instrucciones desde el lado contrario, no dando crédito a que tenía que atravesar por medio de la corriente.


Os aseguro que el agua empujaba bien y que estaba bastante fría. En algún momento llegó por encima de la rodilla. Al final me dio hasta la risa.


Faltaban algo más de 6 km para la meta y hubo que hacerlo con los pies mojados, dando la sensación de que las uñas iban sueltas. Correría un buen tramo hasta el km 13, donde estaba el último avituallamiento. Comí fruta y bebí lo suficiente como para poder llegar a meta en condiciones. Cerca del km 15 vendría otra sorpresa, había que atravesar de una ladera a otra por mitad de la sierra hasta llegar al camino que nos devolvería al pueblo. En la zona de piedras y rocas es donde siempre pierdo más tiempo, por el tema del miedo a la inestabilidad de mis tobillos. Luego aprovecharía el tramo final de unos 2 km para llegar corriendo a tope hasta la meta.


Muy felices de haber terminado. Maite entró con Regla, que sería la campeona Máster 50, me sacó esta vez 16 minutos de ventaja. Yo terminé en 3 horas justas, cogiendo experiencia para la siguiente y todavía con fuerzas para hacer más km, lo que supone que tengo que correr más aún para no dejar nada en la reserva.


Javi nos estaba esperando allí para irnos al apartamento.


Qué bien sentó la ducha con agua muy caliente, por no decir la comida que nos pegamos en el bar La Cuesta, buenísima y a un precio inmejorable. Juan, del mesón El Altillo, que fue el que nos alquiló el apartamento, se portó la mar de bien, dejándonos duchar y recoger nuestras cosas sin exigencias de horarios. Ya que pasábamos por la puerta, entramos en el lavadero Fuente Vieja.


Y aquí dejo el perfil que grabó el programa que llevo instalado en el móvil. Faltan los metros finales, porque la salida y llegada eran en el mismo sitio y, por tanto, a la misma cota, pero sirve para hacerse una idea de lo que fue la prueba. Todo bien organizado y bien hecho, por lo que el año que viene repetiremos.


All around the world ...

1 comentario:

  1. Echaré de menos el apartamento, con la de cosas básicas de un hogar que tiene que me han gustado mucho...

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