sábado, 26 de febrero de 2011

De Madrid a Málaga

Mala noche, por la cama, tan grande y tan vacía. A las seis y media de la mañana ya estaba despierto, algo más de cuatro horas de sueño. Quedaba mucho para la cita con los compañeros para coger el autobús que nos llevaría de nuevo a Atocha. Había tiempo para contemplar Madrid, con el Santiago Bernabeu en primer plano, recogiendo la luz desde el Este.

Después de un copioso desayuno, nos llevaron a una estación repleta de gente con prisas, incertidumbre, vacío. Estaba ya esperando la señal de salida.

Salvo un par de veces en las que he hecho turismo de provinciano, siempre he ido llevado por algún motivo de excusa profesional, con la idea de echar veinticuatro horas en la capital. Son las únicas ocasiones en las que monto en tren. Antes cogía el avión, pero desde que hay tren de alta velocidad, me salvo del siempre desagradable despegue y aterrizaje.

Esta vez me entretuve con la película, dejé mi mente volar por los campos que atravesábamos, y cuando me quise dar cuenta, ya estaba de nuevo en Málaga.

Madrid amanece con ruido, con humo …

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