domingo, 20 de febrero de 2011

De Málaga a Madrid

Más de dos años y medio sin ir ya por la capital de España. En esta ocasión Legrand tuvo el detalle de invitarme a una conferencia en el Santiago Bernabeu sobre el factor tiempo en la iluminación. Seis ingenieros fuimos los afortunados de la provincia de Málaga en disfrutar de un corto pero intenso viaje.

A las dos de la tarde andaba ya por uno de los andenes de la estación María Zambrano. Buscando mi vagón.

Llovía en esos momentos y yo empezaba con esa manía que tengo de fotografiar todo lo que pueda llamarme algo la atención. El reflejo de mano y cámara, combinados con unas gotas corriendo por la ventana, fue algo que tenía que sacar, aunque fuese enfocando a mano, a la antigua usanza.

El día no prometía para las fotos, o al menos eso es lo que dicen muchos aficionados a las fotos, cuando soy de la opinión que los días nublados presentan una luz que, buscando el equilibrio adecuado, puede ayudar mucho. Es posible que fuéramos ya a más de 200 Km/h, de ahí esa suavidad de tono en primer plano.

Llegamos a Madrid en algo menos de tres horas, dichoso AVE, algo impensable cuando hice la mili en Castellón de la Plana, que necesitaba de toda una jornada para venir a casa en tren. Eso sí, podía charlar con los colegas y hasta … fumar un cigarrillo en el vagón, sí, de verdad, aunque para los más jóvenes pueda parecer que hablo del siglo XIX. La tarde desde el hotel presentaba este aspecto.

A las ocho y media de la tarde estábamos en el estadio del Real Madrid. Llovía, hacía frío, pero para los presentes que nunca habíamos visitado tal monumento del fútbol, era una ocasión especial para meter todo lo que nos cupiese en la cámara. La mitad del césped no es que estuviera deteriorado, es que estaba fuertemente iluminado a ras de suelo; tema de conservación del césped.

Anda, fíjate tú, una chica con paraguas en mitad de la lluvia, y yo mojándome. No podía ser.

Creí que al final, con tanto éxito, saldría de titular, pero no, me acompañaron amablemente al banquillo.

Después de que todo el personal hiciera cientos de fotos desde todas las posiciones que se podía, nos dieron una copa para entrar en calor y asistir a la conferencia, muy interesante, por cierto. Inconveniente: era en el exterior, en el palco, eso sí, pero con un frío y una lluvia que para qué os voy a contar. Observad bien la foto y veréis las gotas de agua en el plástico, que protegía al ponente de toda la descarga del cielo.

En la siguiente entrada puede que os hable del regreso, saltándome lo de la cena y las copas en una vacía disco, con otros tres compañeros, donde la única chica dispuesta a la conversación amable y simpática fue la camarera que atendía la barra. Por cierto, gracias Diana por esa copa a la que quisiste invitarme; como lo hiciste de corazón, me sentó bien y sirvió para reconciliar un rápido sueño.

Allí donde se cruzan los caminos … (Sensei Gustavo, te la dedico)

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