lunes, 2 de marzo de 2015

Visita cicloturista a Ronda

Elegí el día de Andalucía para hacer cicloturismo, subiendo a la ciudad que considero mi otra tierra: Ronda.


Ya al paso por San Pedro Alcántara notaba que iba a tener un espléndido día, con Sierra Blanca resplandeciente.


La carretera la conozco perfectamente, por haberla recorrido un millar de veces, pero en bicicleta sería la segunda vez que lo haría hasta la misma ciudad. Por ejemplo sé que la casa de peones camineros, donde siempre tengo parada obligatoria para beber agua fresca que emana de un chorro, está en el Km 35.


El Chorrillo está en el km 29, y es ahí donde suelo comerme una barrita energética y lleno el bidón de agua.


Desde ahí al Puerto El Madroño, sólo restan 4 km, donde se termina la principal subida de 23 km en la que hay pocas ocasiones de descansar algo las piernas.


Como por arte de magia, desaparece prácticamente la vegetación y aparece una sierra completamente desprotegida.


Un oasis de pinos en medio del desierto blanco.


Este es el punto más alto de la carretera, por encima de los 1.150 metros de altitud. Ya estamos por el Km 17.


Una agradable visita mientras hacía unas fotos.


Pocos km después, ya con el plato grande puesto, estuve reponiendo fuerzas en la venta El Navasillo, km 13. Nada mejor que un bocadillo de filetes de lomo con tomate y una buena cerveza, para reponer fuerzas.


Bajada del km 7, a tope ya.


Después de una curva a la izquierda, se topa con la visión de una Ronda muy cercana.


Cogí la primera entrada, la que lleva a la parte Sur de la ciudad, donde está la muralla con la puerta de Almocábar y esta otra más tardía, del siglo XVI, accediéndose al barrio del Espíritu Santo.


Y a mi espalda, el barrio San Francisco.


Si no me hacía la foto con el Puente Nuevo detrás, iba a tener la impresión de que no había estado en Ronda.


La foto anterior me la hizo una turista que andaba por allí, faltaba ahora mi versión del momento y el lugar, con una gran multitud de gente que circulaba por los alrededores, y las terrazas de los bares llenas.


No pude entretenerme ni dos minutos, teniendo que volver de inmediato para que no se me hiciera de noche por la carretera, en caso de que sufriera algún contratiempo.


Todo lo que subí, había que bajarlo.


Aquí se ve el cortado que hay en el lado de la bajada. Como para caer barrando abajo. La verdad es que impresiona mucho.


A pesar de que desde muy niño ya conocía la carretera, siempre me admiro del cambio radical de paisaje.


Como el tiempo jugaba en mi favor, paré un momento en uno de los lugares adecuados para la ocasión, donde habían dos cuervos hurgando en la basura que dejan los turistas en los recipientes dispuestos para tal fin. No pude fotografiarlos, porque huyeron en cuanto me vieron llegar, pero sí que pude hacer una foto en la que se refleja lo que veía desde mi bicicleta.


Y a las seis de la tarde se acababa lo que fue una jornada auténtica de cicloturismo, con casi 120 Km en las piernas. Prometo volver con más tiempo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario