domingo, 10 de abril de 2011

Mi niña, mi tesoro

Pronto se cumplirán diecinueve años de aquel día en que pusieron en mis brazos a una muñequita inquieta que me enseñaría el significado de la palabra vida. Fue entonces cuando comencé a comprender muchas cosas e inicié la más difícil de las tareas, la de padre.

Iban pasando los años y más la iba queriendo. No dejaba de sorprenderme día tras día. Lo ocupaba todo con su alegría, sus risas y sus llantos. Le fui enseñando todo lo que me gustaba, a montar en bici, le ayudé un poco con la guitarra, y digo poco, porque un buen día me sorprendí al ver que ya sabía tocar con soltura, por sí misma. Componía canciones, con letra y música. Fue una tenista muy precoz, que con nueve años ya quedó campeona del club, y que mantuvo un nivel alto hasta que decidió un buen día que no quería seguir compitiendo; se estaba haciendo mayor y necesitaba descubrir otros campos. Su madre la introdujo en el mundo de los pinceles, de la natación y del amor por los animales, entre otras cosas.

Llegó la tan temida adolescencia, donde hay mucho por descubrir y papá y mamá van siendo desplazados por los amigos para disfrute del tiempo libre. Lo que ella a lo mejor no sabe, es que su padre siempre la ha comprendido, porque precisamente él fue un muchacho muy independiente, pero con la responsabilidad que ella siempre ha sabido llevar oculta, con su madurez precoz, esa que siempre da el ser la mayor de los hermanos.

Dicen que se parece mucho a mí, cosa que nunca ha sido algo nuevo, porque solo ella y yo sabemos cuánto nos parecemos, y tal vez por eso hayamos tenido esas acaloradas discusiones entre padre e hija. Es por ese parecido, que siempre he confiado en sus muchas cualidades para ponerse al mundo por montera y salir adelante.

Después de la última alegría que nos has dado a tu madre y a mí, necesitaba decirte que sigues siendo mi niña, por muchos años que cumplas y por muy mayor que te hagas. Solo tu madre y la mía, conocedoras de mi sensibilidad, son capaces de imaginar cuánto lloro mientras escribo estas líneas.

Te quiero, mi pequeño tesoro. Te dedico el video de esta canción que cantábamos a dúo. Un millón de besos.


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