domingo, 24 de abril de 2011

Palizón dominical

Seis días quedan, seis, para La Sufrida. Hoy había que hacer un entrenamiento duro, estuviese el tiempo como fuera. Así que a las siete y media de la mañana, con los bártulos ya cargados en el coche, me llamaba Miguel Ángel para preguntarme que qué tiempo hacía por aquí; le dije que el cielo estaba despejado; él me dijo que por Chilches había estado lloviendo y acababa de escampar, que si íbamos a salir con las bicis o no. -Ya te digo- le contesté rápidamente, ya puede tronar que salimos a entrenar hoy.

Yo estaba muy seguro de que el día levantaría, pero llegando a Antequera empezó a caer agua en serio. Llegué al punto de encuentro, cerca de Casabermeja, y le seguí hasta una gasolinera que hay en la entrada a Colmenar. La idea era hacer una ruta circular que nos devolvería al punto de origen después de 56 Km y subir el puerto de Sabar y el puerto del Sol, éste último bastante duro.

Lo primero era sacar las bicis de los coches y preparar el material. El piso estaba mojado y el cielo amenazaba con lluvia, así que había que abrigarse.

Yo me las prometía muy felices, a pesar de haberme estudiado por Internet ambos puertos y saber que El Sol tiene kilómetros con porcentajes medios superiores al 7 por ciento y rampas del diez por ciento, con algún repecho corto al quince.

Montarnos en la bici y ponernos a dar pedales durante casi diez kilómetros por una carretera de asfalto fino y mojada, no es de lo más seguro, ni lo mejor para calentar piernas, pero era lo que había. Pronto empezaríamos la subida al Sabar, por cierto, entre olivos, a los que soy alérgico, no digo más.

Antes de lo esperado ya coronábamos el puerto, con foto incluida. Lo único duro son los tres últimos kilómetros con una pendiente media por encima del cinco por ciento. Esto era el calentamiento de lo que nos quedaba por delante.

Bajadita corta y camino de Mondrón, con pequeños toboganes.

Pronto llegaríamos al cruce de Mondrón, pero nuestro destino era camino de Periana.

Poco antes de llegar a Periana, a mano izquierda, está la carretera que nos llevaría a Alfarnate, coronando tras nueve duros kilómetros, el Puerto del Sol.

Después de los dos primeros kilómetros, tras pasar el puente del río Guaro, empiezan las primeras herraduras.

El ciclocomputador empezaba ya a indicar tramos al diez por ciento, con la carretera haciendo eses.

Viendo lo que se me estaba viniendo encima y, no sabiendo qué peso quitarme para aligerar, recurrí a una fórmula infalible que consiste en eliminar el líquido sobrante corporal, eso sí, de forma discreta.

En la carretera estaba pintado cada kilómetro, la distancia restante a la cima del Puerto del Sol. Ya "solo" nos quedaban 3 Km.

Esto no es una herradura, es una U en toda regla.

Lo único que me faltaba, rampa larga mantenida al 8 por ciento y las ovejas cruzando a sus anchas por delante, incluso dando de mamar alguna en mitad de la carretera. Me río por no llorar.

Por fin la cima. No tiene letrero indicador alguno, solo la simpática pintada en la carretera.

Ahora quedaba un rápido descenso para empezar con una serie de toboganes auténticos, de esos que cuando tocaba la subida, eran como mínimo del cinco para arriba, llegando al ocho por ciento en algunas ocasiones. A falta de tres kilómetros, después de haber bajado algún tramo al 13 por ciento con lluvia, viento y niebla, empezó a diluviar, metimos desarrollo a tope con tal de llegar lo antes posible al coche. No sé por qué me río en esta última foto, si estaba calado hasta los huesos.

Me cambié toda la ropa en el coche, por suerte había echado un pantalón de chándal y una camiseta, y Miguel Ángel me prestó un chubasquero para no morirme de frío. Por cierto, él es el autor de todas las fotos donde yo aparezco. Se ha vuelto a portar el colega, aunque sus falsos llanos sigan llegando hasta el cinco por ciento de pendiente. Un gran día de bicicleta.

Os dejo con una canción de Coti.


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