domingo, 23 de octubre de 2011

A la entrada de la cueva de El Gato

Una corta pero intensa visita a la entrada de la cueva de El Gato, cuyo acceso está restringido, dado la dimensión y el peligro que puede llevar el entrar sin los conocimientos y equipos necesarios; es una buena medida.

Llevé a mi campeón hasta el aparcamiento situado a pie de carretera, a una hora tardía para pillar luces suaves a costa de largas exposiciones. Porque no lo he dicho, pero yo iba a lo mío, a hacer fotos y a dar un agradable paseo con mi hijo. Desde este lugar la montaña se muestra gigante, enseñando su entrada entre dos enormes árboles, con la vía del tren como testigo.

Una vez nos acercamos al río, pudimos comprobar que el puente de madera que lo cruza está roto, hay un aviso del peligro, Javi se queda estudiando la situación, aunque seré yo el que inspeccione y decida si cruzamos o no.

Vi que no había peligro para dos aventureros como nosotros y cruzamos. Llegamos a otro paso de madera, pero éste es seguro, está completo.

Como era tarde, ya estaban saliendo todos los espeleólogos que habían decidido inspeccionar la cueva. El momento es emocionante para Javi, que no conocía esa actividad.

Consulto a uno de ellos si el acceso hasta la entrada tiene mucho peligro para ir con el niño, me dice que hay tallados escalones sobre la roca y que yendo con cuidado podemos seguir hasta la entrada. Nos situamos ya a una cota desde la que se puede ver la inmensa poza alimentada por el agua que mana de la misma boca del gato.

Ya he llegado a escasos metros de la entrada, no voy a pasar de aquí, entre otras cosas porque ya sí que hay un cartel anunciador serio y prohibitivo; digamos que a partir de ahí no es para dar un paseo con la familia, es una cueva muy peligrosa, motivo por el que se hace necesario solicitar la debida autorización a la Dirección del Parque Natural Sierra de Grazalema.

El límite está en el puente donde Javi posa para la foto, con mucho cuidado porque la base es curva.

Una excursión de este tipo, con la poza tan impresionante y que Javi no pasara por encima de las piedras que la atraviesan, no podía ser.

La siguiente foto es la que más me costó sacar, la más arriesgada, pero mereció la pena ¿no lo creéis así?

Para que os hagáis una idea del making-of de la foto, os subo una instantánea que me hizo Javi con una compacta. Sí, era tarde, no tan oscuro como sale en la foto, pero con poca luz para la fotografía, así que la mía tiene una exposición de varios segundos, trípode en equilibrio lo más estable posible, con dos patas dentro del agua y otra encima de una piedra, y yo, pues como podía para no caer dentro del agua gélida.

De regreso nos hicimos la foto, porque dentro de varios años, podremos recordar esas horas de aventuras juntos. Llegamos ya al coche con la noche cerrada, usando nuestras linternas.

Una de Enya, que va con el tema de hoy. http://www.youtube.com/watch?v=4m_elnDRSvc

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