miércoles, 12 de diciembre de 2012

II Quedada Cientounera (2ª parte).

Nos habíamos quedado en el segundo reagrupamiento. Ahora tocaba cruzar la carretera que lleva a la estación de Jimera de Líbar, para ir en busca del camino que lleva al Molino del Santo.


Nos introdujimos en una zona con árboles de cuentos.


Llegaba una bajada totalmente embarrada, se formó una especie de cadena para ayudar a pasarla, evitando que más de uno la usara sin quererlo como tobogán.


Y como suele pasar cuando se baja, sin darnos cuenta habíamos llegado ya al camino, que siguiéndolo al Este nos iría acercando al pueblo de Benaoján de nuevo.


Mi chico iba ya de barro, bien despachado, pero le quedaban todavía ganas de guasa. En las bajadas es cuando mete buen ritmo y se lo pasa mejor.


Los paisajes seguían sorprendiéndonos a todos, por más veces que haya estado uno por la zona. Se aprovechó la bonanza del terreno para ir entablando conversación con los compañeros.


Pequeños grupos por el camino. La verdad es que fui conociendo a algunos, pero todavía me quedan muchas más excursiones de éstas para irme quedando con los nombres de todos.


En esta visita a la sierra no vi buitres, pero sí quiso esta águila echar un vistazo a los excursionistas.


Lay, un hombre muy simpático que nos acompañó en el último tramo.


Llegada al nacimiento de los Cascajales, justo detrás del Molino del Santo, pequeño hotel rural con un magnífico restaurante, puedo dar fe de ello, porque hemos estado allí en anteriores ocasiones comiendo.


Aquí cada cual a lo suyo: las fotos de recuerdo. Maite como modelo y Javier intentando sacar fotos con su móvil, ya que esta vez no llevaba otra cámara de fotos.


Os pongo la foto del cartel, donde explica cómo se produce el nacimiento que vierte después sus aguas en el Guadiaro.


Aquí os muestro las vistas desde arriba de tan bonito lugar.


Siguiendo camino hacia el Este, llegamos a un corto y último repecho antes del pueblo.


Javier se tomaba un ligero descanso al lado de Maite y otras dos compañeras.


Y nos metimos en todo el grato bullicio de la feria de muestras.


Los más peques aprovechaban las básculas para estar más cerca del escenario.


Una vez visitados los puestos y obtener el pasaporte con su correspondiente sello como asistente al evento, nos dirigimos al mismo bar del desayuno para comer como nos merecíamos.


Antes pasamos por el pozo de San Marcos. Javier estaba ilusionado en hacer funcionar la bomba de mano, pero ya vio que así no obtenía agua, que ahora el sistema era menos tradicional, había que apretar el pulsador. Aún así, un bonito lugar.


Después de comer muy bien y a muy buen precio, nos montamos de nuevo en el coche, camino de Marbella, con muchas ganas de volver a caminar por tan bonitas sierras.

Gracias a todos por acogernos en este segundo encuentro cientounero. Hasta pronto.

No se acaban las calles ... 

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