lunes, 14 de abril de 2014

30 Km para ver el Castaño Santo


Después de una media maratón hay que tener un descanso de unos 15 días hasta volver a empezar a entrenar, solo se deben hacer cosas ligeras; eso es lo que dice el monográfico de Runners que tengo en casa. Obvia decir que al tercer día ya estábamos corriendo de nuevo, aunque solo fuera por estirar las piernas. Lo de los 15 días es todo un lujo para quienes tienen en cuatro semanas la prueba de los 101 Km de La Legión.

Aprovechamos que algunos miembros del Luna Llena hacían el trayecto de Ronda a Marbella andando, y que los del C.D. Benaoján Sierra y Luz, con los que estamos federados, hacían también un buen tramo, partiendo desde Conejeras hasta San Pedro Alcántara, para ir nosotros desde La Quinta hasta el Castaño Santo; así entrenábamos unos 30 Km y, de paso, Maite y Raúl veían el famoso árbol.

Pasadas las tres y media de la tarde del sábado, dejábamos aparcados los coches en La Quinta y empezábamos a andar Raúl, Irene, Maite y yo; no sin antes haber saludado a los del Benaoján Sierra y Luz que acababan de llegar.


Con el calor que hace a esa hora, la primera cuesta, la que tiene mayor pendiente del recorrido, se coge con calor, pero también con muchas ganas.


No quise cargar de máquina tipo réflex, preferí para la ocasión una compacta que uso para los deportes, por aquello de que se trataba de un entrenamiento serio, no de una mera excursión. En poco menos de una hora ya pasábamos por la casa que hay a mano izquierda, antes del primer merendero.


La cuesta blanca no es tan mala cuando ya va dando la sombra de algunos árboles.


No era cuestión de entretenerse con las fotos, pero sí de que apareciera yo en alguna.


Los tres grupos estábamos en contacto a través del whatsApp, por lo que sabíamos que los que bajaban de Ronda estaban ya en el segundo merendero, así que nos los encontramos de frente, poco antes de llegar allí.


Y la foto de todos reunidos en el camino, salvo el fotógrafo, claro.


Llegábamos al segundo merendero.


Pasando por la sombra de los alcornoques.


Un posado de este trío que tan bien lo iba pasando.


Por fin el cruce para el Castaño Santo.


Foto del binomio.


Luna Llena en el cielo y en la espalda de Irene.


Y el imponente castaño, ahora sin hojas, pero no menos inmenso por éso.


Foto para los niños. Si es cierto que los hijos siguen el ejemplo de sus padres, los nuestros tienen que ser a la fuerza grandes deportistas.


No daba con un lugar adecuado para hacer una foto donde saliésemos los cuatro. Tocó hacer autorretrato con el personal y el castaño de fondo.


Iniciamos el camino de vuelta, conocedores de que la noche se nos echaba encima, formando parte del entrenamiento, ya que hay que acostumbrarse a andar con la luz del frontal.


¿Qué mejor compañía que la de la luna?


Volvíamos a ver el mar, mientras la luz del día desaparecía casi por completo.


Aprovechando la escasa luz tamizada por los árboles.


Las mujeres alumbrándonos el camino.


Yo, en concreto, sigo el rastro de esta luz.


Empezamos a ver los animalitos que aprovechan la tranquilidad de la noche para desplazarse.


Una pequeña serpiente.


También se nos cruzó un ciervo, pero no hubo tiempo material para disparar la foto. Este sapo sí que me dejó hacerle la foto con toda tranquilidad, aunque se empeñara en moverse cuando lo iba teniendo enfocado.


Después de recorrer casi 30 Km a ritmo vivo, hubo que dar el último paseo del día con los perros. Un entrenamiento muy completo.

We belong together ...

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