lunes, 15 de febrero de 2010

Agua, mucha agua y alegría

Hoy hacíamos bromas en la oficina con las predicciones de que íbamos camino de convertir esto en un desierto, y añadíamos que sí, pero de agua. No para de llover. También me ha escrito una amiga diciéndome que con la última lectura de mi blog se ha puesto más triste de lo que ya de por sí estaba, y como no quiero poner a nadie mal, cambiaremos de aires en esta nueva entrada.

Me han dicho en alguna ocasión que no hay quien tenga tiempo de leer tanto, que escriba menos, más cortos mis textos. ¿Y qué prisa hay? Se ve que la lectura sigue siendo algo poco habitual; más bien me atrevería a decir que seguimos con la mala conciencia de “perder” el tiempo no haciendo otra cosa que no sea trabajar, olvidando que ya en la Biblia decían que había que ganarse el pan con el sudor de la frente, como castigo, no como bendición. Pero bueno, algunos creen que el trabajo santifica, yo sólo lo uso para poder pagar lo necesario. Siempre recuerdo una estrofa de una canción de Serrat, que dice algo así como: -¿no le gustaría tener que renunciar a todas sus pertenencias para ganar la libertad y el tiempo que pierde en defenderlas?- Pues yo a veces me considero libre, dentro de las obligaciones creadas al ser padre.

Y curiosamente me encuentro más libre cuando estoy solo, perdiendo el tiempo, con la bici, o paseando, labor ésta última que llevo a cabo al menos una hora al día, con la excusa de sacar a mis perros. Y respiro, me bebo las estrellas, las nubes, el sol, todo lo que se me ofrezca; me río de las prisas, del trabajo, de la puta crisis, de los imbéciles que creen que le echarán los pisos y los dineros en la caja ésa en la que a todos nos meten y nos mandan de paseo a otro lado.

Amiga mía, no estés triste, sea lo que sea, y si puedes hacer algo por alegrarte, hazlo, que los días pasan uno tras otro, tan rápidos que ayer fue hace más de treinta años. Lucha por lo que creas que está bien, no por lo que te digan que tengas que hacer. Sé libre. Y recuerda que todos los que han intentado cambiar las cosas en este mundo, al final han terminado fracasando; con la de ilusiones que tenía uno de joven...

Toda el agua de la fuente que os muestro, está para beberla, para disfrutarla, como la vida, como el amor, como el tiempo que nos dejan estar por aquí.

Venga, vieja amiga, sí, tú, ya sabes a quién me dirijo, para que te muevas un poco y bailes. Y si no te escucho, GRITA…

1 comentario:

  1. Así me gusta compañero.Por que como a esa amiga a la que le escribes, algunas veces te he visto desanimado. Como diría el Sensei, ya estás en ese nivel por encima de las influencias externas, observando lo que ocurre desde la distancia, en el aquí y ahora.

    Nos vemos.
    Arturo.

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