domingo, 3 de junio de 2012

El día anterior a La Sufrida

Este viernes estaba ya nervioso desde que me levanté, quería que pasara pronto la mañana para irme a Arriate, desde donde saldría el sábado para hacer La Sufrida, en la modalidad de 103 Km, con un perfil bastante curioso, duro y de bellos paisajes.

Al mediodía, después de una corta siesta, preparé la bolsa con la ropa de ciclista y algo para ponerme después de terminar la prueba y ducharme. Ya en la oficina, para coger la bici, me di cuenta de que me olvidaba de algo fundamental, ¿qué era? ufff, los zapatos de ciclismo, menos mal que me di cuenta. Ya lo llevaba todo, incluido el casco y las cámaras de repuesto. Metí la bici en el coche, y pasadas las cinco y media cogía caminito de Arriate.

Llegué al pueblo sin contratiempos, llamé a Miguel Ángel para ver por dónde andaba, me dijo que ya había recogido su dorsal y que me esperaba en el teatro, donde había que presentarse para recoger el material de la prueba, como es el pasaporte, dorsales, etc. Allí tuvo lugar la presentación de la prueba, contando cómo sería, los puntos por los que había que pasar y las explicaciones requeridas por los participantes.


Allí estaban ordenados los carteles indicadores de cada kilómetro del puerto de Las Palomas, en los que se indica en el Km que se encuentra, los que faltan para la cima, la pendiente media y la máxima del mismo. Yo lo llevaba ya bien estudiado, temiéndole como a una vara verde a los cuatro últimos.


Decidimos irnos ya para descargar mi bici y el resto de equipaje en la casa de Fali, el primo de Miguel Ángel, que se la cedió para que nos quedásemos allí. En el pozo del patio de la casa, pedí el deseo de poder terminar la cicloturista sano y salvo, sin caídas, deshidratación, ni accidente alguno.


Los planes que tenía Miguel Ángel eran el de visitar a sus tíos un momento, tomarnos un par de cervezas, comprar una pizza para tomarla en casa, viendo una película en la tele. No siempre salen las cosas como se planean, sino como vienen. Así que primero visitamos a su familia, luego nos tomamos unas cañas con su tío, dimos un paseo, nos tomamos la que iba a ser la última cerveza antes de irnos a por la pizza, pero, vaya por Dios, nos encontramos con su prima Lola y fuimos a tomar algo a otro bar, porque eso sí, Arriate será pequeño, pero tiene buenos bares para tapear. El caso es que cayeron otras tres cañas, y ya iban siete cervezas. Contentos estábamos ya, como se ve en la foto; y decididos a irnos ya para la casa.


Pero no pudo ser, porque acompañamos a Lola al lugar en el que estaban unas amigas suyas y ... ya que estábamos, cayó una Heiniken, sentaditos en una placita, la mar de bien al fresquito.


Ahora sí, ya eran más de las doce y había que preparar todavía el material, así que dejamos al personal en otro bar y nos fuimos derechos para la casa.


Llegamos a la casa y pillamos la cama con muchas ganas, otra cosa sería lo de mis únicas cuatro horas de sueño, entre nervios y malestar. En la siguiente entrada contaré todo sobre la experiencia de La Sufrida, desde que me levanté de la cama a las cinco de la mañana, hasta que logré cruzar la meta.

Os dejo con la música de The Band, con The Weight. http://www.youtube.com/watch?v=sjCw3-YTffo

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