viernes, 4 de diciembre de 2009

A veces no es tan malo estar en silencio

Oír el mar, observar sus idas y venidas, de la noche al día, del frío al calor.
Tener tu imagen grabada en el sol, tu amor paseando en barca.
Mis ideas volando con las gaviotas, sin el menor dolor.

Un edificio solitario frente a un desierto de arena y paz.
Dos estrellas escapan antes de que llegue la otra luz.
Se nota una música de solo dos notas, ¿la escuchas? Es mi corazón.

El agua besa una y otra vez cada roca del espigón.
Las rodea, las abraza, para luego irse de nuevo.
No hay ningún momento igual al anterior.

Sí, a veces no es tan malo estar a solas con el mar.

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